viernes, 25 de noviembre de 2016

Merodeando nuestro interior






*Esa última esbozada mirada
suplicante de auxilio
queriendo en cada pixelada decir ,sin ecos lo que siente...
Caen telones, vuelan alfombras, más el mundo gira...
No caben ya las trincheras, sólo hay ortigas  y tierra,
de sequedad de alma desolada
                          
                          
*¿Quién teme a las inciertas distancias de horizontes?
Uno a uno, como soldados de chocolate
avanzamos
desfallecemos
y de la misma tierra absorbemos sensaciones vírgenes, con bríos que incitan nuestra marcha
por donde van y se pierden los horizontes.


*¿Dónde quedaron los fragmentos de tí, el último brillo  de tu sonrisa?
Duro es el sufrimiento que  se contagia  de melancolías por donde se mimetizará
el alma, de adioses como de migas de  olvido
mientras al unísono, extraviada huele tu mirada ...


*Está escrito, allí lejos...en los anales de la historia, el hombre debe decidir.
bogar en los siete mares, las mareas lo llevarán a costas blancas, de transparentes aguas, el sol siempre leal, acomodará sus beneplácitos rayos aguardando su arribo. 


*Nunca me susurraste
nunca me preparaste a estar sin ti...
¿Cómo no acopiárme en un rincón?
¿Cómo no desear correr a cualquier lugar?
¿Cómo acallar tus ojos para no oler mi perfume de dolor?

*Dos coordenadas han encontrado un punto que las entrelaza.
La distancia invita al tiempo, ambos recorren un nuevo camino.
Carece de sentido avasallar con dudas un destino prefijado, la lucha es superflua.
La brisa del viento norte, calmará nuestras ansias de proseguir buscando.

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Autores
Lorena Rioseco Palacios (Chile)
Beto Brom (Israel)

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*Registrado/Safecreative N°1611229880183
*Imagen de la Web con texto anexado
*Música de fondo: DEBUSSY, Suite Bergamasque/Claudio Arrau, piano.



jueves, 17 de noviembre de 2016

Nada es en vano (relato a dos manos)



Nada es en vano. Todo tiene su recompensa en el momento oportuno. La humildad es el sello de los pobres que viven felices a pesar de tantas privaciones. Los anima la confianza, esperanza y la fe en Dios aunado a ese intenso sentido de corresponsabilidad y capacidad resiliente.
Ese es el sino de María Inés quien vive en el campo, en una casona amplia y vieja, testigo generacional, cómoda dentro de la sencillez de su diseño con las paredes oliendo a moho y contrastando este olor, surge el de los extensos jardines y el del establo. Cada uno con sus características y peculiaridades.
Ella de la gran ciudad, se enamoró locamente de Andrés Eloy con quien se casa posteriormente, interrumpiendo sus estudios para ir tras él, en contrastante medio físico, costumbres, tradiciones, dialectos, manera de subsistir. Han pasado varios años mientras se iba intensificando su amor, entretenida con la crianza de tres hijos a los que se ha entregado y el cuido de animales: cuatro perros fieles, ganado caballar, porcino, ovino, caprino y sus huertos que permiten economizar y consumir alimentos frescos y sin químicos.

En el fondo es feliz, acostumbrada a ese cambio de vida tan brusco, pero a veces, en esas tardes silenciosas en que los búhos duermen, las reminiscencias de un pasado que hoy parecería tan lejano, vuelven en ráfagas de nostalgia, que en momentos llegan provistas de la pregunta, siempre latente...-¿mi vida es típica de una frustrada?- Y como lógica, aparecen una serie de escenas de su estadía en el gran mundo...vivencias de estudiantes...en fin, una carrera truncada por el destino guiado por directivas de su corazón.

Los ladridos de sus perros se hacen escuchar, sin duda alguien extraño se acerca a la casa, está sola, los chicos en el colegio, Andrés viajó al pueblo; apresura el paso hacia la puerta de entrada para averiguar de quien se trata.

Al abrirla se encuentra con una mujer mayor, muy bien ataviada, con ropa elegante, muy a la moda, aparentemente.

-Me disculpo por la molestia, María Inés, sólo unos momentos de su tiempo, si es tan amable.

-Buenos días, ¿con quién tengo el gusto?

-Ahh...perdón por mi falta de respeto, soy Elisabeth Sosko, usted no me conoce, mejor dicho con seguridad no me recuerda, los años no perdonan, llego en nombre de la Asociación de Profesores del Instituto Premier, donde cuando era usted jovencita cursaba sus estudios de literatura y que de un día para otro abandonó para seguir a su novio y formalizar una familia, que de acuerdo a los datos que he conseguido recoger, hoy está adornada con tres hermosos niños. Y el motivo de mi inesperada visita es para conversar y traerle una muy interesante propuesta, ¿sería posible que sea ahora?

-Pase... pase... adelante profesora, mucho gusto, la verdad que no la recuerdo, han pasado tantos años y perdí completamente el contacto hasta con mis compañeros de estudio, cada quien en su rumbo y el mío está bastante alejado, sencillo, prácticamente incomunicada, apenas lo que veo por televisión, usted debe imaginarse como es la vida campesina, el afán que trae pero también tiene sus compensaciones... Siéntase cómoda, ¿Gusta tomar un café?

-Oh... bueno, si no es mucha molestia, la verdad que no me caería mal, je,je,je

En el espacio abierto de la casa, ambas se miraban disimuladamente. Desde la cocina, la anfitriona conversaba y trajinaba preparando el servicio prometido.

-La verdad que me intriga, ¿que en verdad la trae por aquí?, ¿por qué recorrió tantos kilómetros para buscarme?

-Bueno la verdad que debe estar intrigada y curiosa, pues entiendo que usted era buena en Literatura.

-Sí, era un área fascinante, me encantaba escribir mis cosas, lo que sentía, lo que contemplaba a mi alrededor, todo, mejor dicho, hasta lo que redactaba a petición de mis compañeras de estudio, del sector donde vivía y pare de contar.

-Le comento que leí muchas de sus inspiraciones que quedaron en archivo porque usted se retiró apresuradamente y quedaron muchos borradores suyos en su archivador.

-Es verdad, luego lo lamenté, pero ya no volví más a ese Instituto.

-Bueno, de eso precisamente, le vengo hablar. ¿Recuerda que hubo un concurso de novelas cortas en el que usted se inscribió?

-¡Si claro!, dejé en borrador la mía. A ver, a ver... ah... ya sé, se titulaba Ecos del Alma...

-Es verdad... ese era el título, muy buena su memoria; continúo explicándome: resulta que estamos en el año en el que conmemoramos los primeros cincuenta años de nuestra institución, y entre las actividades organizadas se encuentra la edición de una antología con los poemas y cuentos ganadores en los concursos que se realizaron en todos estos años.

-¡Que lindo!, buena idea, pero... ¿vino especialmente para ello o es que hay algo más que debo enterarme?

-Por supuesto que tengo algo muy importante que comunicarle, su relato salió ganador de aquél concurso y además fue destacado entre todos los demás, y por ello se ha hecho merecedora de una placa recordatoria, que se le entregará en el acto especial que se efectuará en el Salón Dorado. Aquí le entrego la invitación para el evento.

María Inés, quedo asombrada, tomó en sus manos la tarjeta y no daba crédito a lo allí escrito.

-No salgo de mi sorpresa, después de tantos años se me recuerda...y en que forma, no sé como agradecer... ¡por supuesto que allí estaré!, y es más, deseo que me acompañe mi marido y mis hijos, ¿es posible?

-¡Claro que sí!, serán bienvenidos, también una ocasión propicia para que sepan de su vida durante estos años de ausencia.

Charlaron un buen rato, el tiempo discurrió amenamente. Cuando menos se acordaron empezó anochecer y la profesora Elisabeth se despidió apresuradamente, nerviosa porque no le oscureciera mucho en la carretera.
-¿Y porque no se queda y se va mañana tempranito?
-No puedo, tengo compromisos a las siete de la mañana.
Se fue agitando la mano con una espléndida sonrisa en sus bonitos labios.
María Inés se quedó observando el coche hasta que se perdió en el horizonte. Luego entró alegre a su casa y se sentó en una mecedora a pensar en tantas cosas y en lo que le depararía el reencuentro con sus viejos amigos.
Al llegar su esposo, sacudió sus pensamientos y amorosamente lo besó en los labios... le dijo: -¡te tengo una tremenda sorpresa!
Una vez, enterado de todo, también se contentó, la felicito y animó a realizar el viaje. Era un esposo especial, comprensivo y complaciente. Por eso, no se arrepentía de haber dejado su gran ciudad. Él adujo que así tendrían unos días de vacaciones que bastante falta les hacía.

El día acordado, partieron emocionados al encuentro de una nueva e inesperada vivencia, confirmadora del adagio que reza que "La Vida es una cajita de sorpresas"
Todo fue más emotivo que lo que había querido o imaginado. No salió de un asombro para enfrentarse a otro. Era increíble como todos la recordaban, tanto compañeros, como profesores, inclusive le costó separarse de su íntima amiga, de aquellos días, Graciela, el abrazo duró y duró...
La ceremonia de entrega de premios, fue un cálido reconocimiento, por parte de la Dirección del Instituto, que no escatimó esfuerzos para resaltar el evento.
Luego fue servido un exquisito refrigerio en los jardines. Tiempo especial que fue aprovechado por el alumnado para intercambiar direcciones y números de teléfono.
En eso estaban cuando un joven se acercó al rincón donde María Inés y su familia charlaban entre ellos.
-¿Me permite unos segundos Sra.?
-Ud. dirá...
-Muchas gracias, aquí tiene mi tarjeta, la cual me acredita como representante de la Editorial Kavana, y desearía hacerle una propuesta.
Tanto ella como su marido, quedaron asombrados...
-¿En qué consiste tal...propuesta?
-¿Muy simple, Sra., me explicaré en pocas palabras, pertenezco al Departamento de Escritores Noveles, es decir, nos encargamos de encontrar o mejor dicho descubrir, nuevos escritores o poetas aún desconocidos, que creemos que podrían llegar a ser conocidos y hasta...famosos.
-Hasta ahora, todo comprendido, pero ¿dónde me ubico en esta "búsqueda"?
-Después de leer, en los archivos del Instituto, varias de sus creaciones, hemos decidido ofrecerle la posibilidad, si es que aprueba nuestra oferta, de publicar una novela, en la que Ud. escribirá sobre su vida en el campo, experiencias, vivencias, en fin un paseo en compañía de sus recuerdos.
-No sé como reaccionar, es más, no sé que responder...
-No es necesario que me dé su respuesta ahora, tome su tiempo. Sea como sea, allí en la tarjeta que tiene en sus manos, está detallado donde enviar mensajes.Debo dejar aclarado, que de aceptar nuestra proposición, y una vez completados todos los requisitos administrativos, Ud., recibirá, un respetable anticipo monetario, como prueba de nuestra confianza y seriedad.
-Esto aumenta mi asombro. En verdad debo analizar, junto con mi esposo, ésta tan casi increíble conversación. ¿Cuándo debo responder?
-Deseamos que su decisión sea afirmativa, por supuesto, y la esperamos una semana, ¿le parece tiempo suficiente?
-De acuerdo, que así sea. Ya me pondré en contacto, se lo prometo. Y debo agradecer desde ya, su gentileza, al igual que a la editorial que lo respalda.

En el viaje de vuelta, María Inés, no paró de hablar, su asombro no tenía límites, la alegría ocupaba todo su ser, y todo ello sumado a las palabras cariñosas de Andrés que no dejaba de felicitarla.
En los días siguientes, no hubo otro tema de conversación en la casa.
Teniendo en cuenta la ayuda de su compañero de vida e incitada por él, decidió comunicarse con la editorial para aceptar la propuesta.
Es más, ya tenía pensado el posible título: "El campo, mi familia, y yo".
En fin, una grata e increíble propuesta a la que le debe poner empeño para triunfar en el nuevo rol de escritora, adormecido por mucho tiempo pero que ahora despierta como si se tratase de un sueño imposible, ahora realizable por la causalidad, suerte, empeño, mérito y habilidad narrativa...las perspectivas son halagadoras... el tiempo dirá lo que sigue... ¿marcará las pautas del éxito?



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Autores

Trina Mercedes Leé Montilla de Hidalgo (Venezuela)

Beto Brom (Israel)




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*Registrado/Safecreative N°1611149817399

*Imagen de la Web con texto anexado

*Música de fondo: Lang Lang/Claude Debussy-La Fille


martes, 1 de noviembre de 2016

Andanzas de una pluma




La luz del candil se desparrama silente sobre el libro, los lentes, la pluma de ganso y el artesanal tintero, rescatándolos del anonimato. 
Por la ventana penetra la belleza de la luna...esa silenciosa pero consecuente compañera de noches blancas.

Mabel tomó la decisión a la siguiente mañana se comunicará con su editor, le informará que no encuentra un tema para comenzar a desarrollar una próxima novela.
Se sintió más tranquila, como si tal decisión habría disminuido el peso que le impedía dormir, algo extraño en ella; no le encontraba razón alguna a tal situación...
Obstinadamente, en forma compulsiva y tenaz, aparecía y desaparecía y le producía un sabor amargo y desestabilizante.
-Debo desentrañar la verdad, se dijo.

Después de finalizar su actuación la Luna se retiró a sus aposentos, el Sol presuroso la remplazó ocupando el puesto en escena, y esta imperiosa continuidad se repitió a través de los días....
Dado que el tiempo corría en su contra, optó por una urgente solución, aunque ello era contrario a su forma de actuar, es decir, sopesar cada paso para evitar posibles problemas.
Llamó a su agente de viajes, solicitándole planear una semana de vacaciones cerca del mar, en un hotel alejado del mundanal bullicio.
El viaje se solucionó con la rapidez del trueno y unas horas después, viajaba en un confortable avión que la dejaría en una –supuesta –isla de ensueño; meditando en ello se durmió hasta que unos ruidos y un fuerte olor a quemado la despertaron.

Por el parlante una azafata llamaba a quedarse tranquilos, pues estaban aterrizando y esto era solo un susto…
Las voces no se acallaron, hasta el aterrizaje…pálidos, desarreglados y enojados los pasajeros empezaron a descender…había solo arena y gaviotas…ah claro también un mar sereno y esmeralda…
Por suerte todo estaba perfectamente organizado; un taxi la estaba aguardando a la salida del pequeño y simpático aeropuerto, para llevarla al hotel elegido.

Al llegar al exótico resort, no alcanzó a descender del vehículo que dos simpáticos muchachos, luciendo floreadas camisas, uniforme del residencial, colocaron pequeños y aromáticos collares de flores alrededor de su cuello. ¡¡Que recibimiento!!... se sintió en las nubes...
Después del chek in, fue acompañada a la habitación, la número once, su número de suerte, que con sólo escuchar su nombre: "Orquídea", incentivó su imaginación y deseó llegar lo antes posible, para comprobar la sorpresa.
El espectáculo era asombroso en perfume y color, se encontró de pronto inmersa en una escena selvática, apartó con delicadeza la cortina de la ventana y una brisa salobre la tocó…y unas lágrimas como golondrinas le bañaron las mejillas y rodaron por el hilado de su blanca blusa.

¿Qué hacia ella realmente allí?
¿Escapaba o necesitaba reencontrarse?
¿Era un narcótico estar allí?
¿O realmente era un elixir para beber gota a gota…o mejor preguntarse si era cicuta?

Tarde o temprano la verdad intenta manifestarse….y allí estaba presente.

-¡¡¡Uf, se dijo-tanto andar para recordar la urgencia de su salida!!!
Dicho esto-, sacó lápiz y papel y empezó a escribir…
-¡Lápiz y papel!- escuchó su propia voz….

Y como imantada por las ansias de volcar en la virgen hoja sus sentimientos, ¿y porque no sus secretos?; su diestra voló en un viaje, quizás cósmico, hasta las más ínfimas partículas de su ser.

Un golpe suave en la puerta de su habitación, la volvió en sí, no entendió en un primer momento donde se encontraba, pero al reincidir los golpecitos recapacitó, y cuál fue su sorpresa al abrir la puerta y encontrarse con dos amables mozos del hotel trayéndole...un ramillete de gardenias y el otro, en una fuente de plata repujada, dos brevísimos aretes de plata y caracolas rematados en rubíes.
Aún inmersa en la bruma de lo recientemente vivido, sonrió atontada frente a los dos mozos que, con cierta picardía seguían sus gestos.

Los miró a ellos y a los regalos… anonadada… ¿Qué era esto?, si juraría que estaban trasmutando en…juglares… ¡si, juglares…si hasta podía escuchar el sonar de sus liras…!
Volvió a mirar todo, tomó el ramo y la fuente y se internó en la habitación…y se abalanzó a escribir…

Después de dos largos días de intensa escritura, sólo interrumpida por algunas comidas esporádicas servidas en la habitación, decidió hacer una pausa en ese aluvión de palabras que la obligaban plasmarlas en las hojas que se acumulaban sobre su mesa de trabajo.

Ante todo se comunicó con su editor para compartir el buen inicio de su nuevo proyecto de lo que creía sería la revelación como escritora.
Luego de expresarle su satisfacción por la noticia, el avezado y viejo editor, no pudo con su curiosidad y se arriesgó a que se le adelantara el tema que ocuparía la maestría de su clienta.

Mabel dudó en contestar...pero la insistencia de su promotor, no le dejó otra alternativa, y en forma pausada y estudiando cada palabra le reveló...
Carraspeó para acomodar la voz y con desgano empezó a contar…
En realidad se me hace difícil, casi imposible…bueno aquí va…Es casi mágico como me embarqué a esta isla perdida…. ¡tanto!, solo bastó colocarme frente al mapa de la compañía y con los ojos cerrados ubiqué un lugar…sorprendidos empezaron a realizar los pasajes…era una isla perdida en el pacifico y sin accesos cómodos, pero un pequeño hotel maravilloso.

Dormí, soñé…en ellos se repetía la entrega de un ramo de flores y los aros de caracolas…
Cuando los recibí, una catarata de imágenes me atrapó y empecé a escribir…mientras una densa nube de personajes, aromas y sonidos me rodeaban.
Una mujer comenzó a hablarme y mostraba una belleza incomparable y fuerza incomparable y comenzó a hablarme; vestía de caracolas y su voz era del sonido del agua…y con ella me perdí en el fondo del mar…navegué en la nube…fueron momentos increíbles…pues llegué al centro de la tierra y todo su esplendor…hasta donde reside la sabiduría del planeta…no puedo decirte más….

El más que asombrado editor, no creyó escuchar bien...dudó si manifestar su sorpresa ante tal torrente de emociones, o ser simple oyente y no perturbar el énfasis de la escritora...optó por lo segundo. -Me tranquilizan tus palabras, Mabel, muy contento que ese lugar te permite desenvolver tus aptitudes y poder expresar tus sentimientos, no molesto más, quedo ansioso de tu vuelta-
Los siguientes días transcurrieron como ráfagas de aire caliente, las hojas se amontonaban, no hubo diferencia entre noche y día...hubo momentos que el cansancio venció el descarrilado impulso de escribir y escribir...

Una mañana comprobó que era su último día de permanencia en el hotel, y luego de preparar el equipaje, decidió salir a dar un paseo por la isla, hasta la hora de su salida para llegar a tiempo al aeropuerto. Pidió un taxi y solicitó al chofer realizar un pequeño recorrido por las cercanías y así llevarse un recuerdo de ese paraíso.

La brisa le revolvía el pelo…tomó, saboreó, tactó cada partícula…esas partículas que le volvían salobre los labios, le iluminaban la piel, y quiso tatuar todo en las retinas… ¡Cuánto había visto y vivenciado en este lugar!
¿Serían suficientes sus escritos para trasmitir tantas emociones y experiencias?

Al bajar del taxi, miro por última vez el verde profundo de las aguas…esas que tantos secretos le habían confesado…y una duda la asaltó ¿había vivido o soñado? De inmediato se dijo ¡real!

El trámite fue rápido, volver a la civilización le angustiaba. Llegó al aeropuerto y el editor la esperaba…hubiera querido no encontrarlo…era como un golpe seco al ser...

Le costó horrores volver a la normalidad, no se encontraba así misma...su mente aún mantenía olores del mar...quiso recapacitar y tomar las riendas para volver a encauzarse en la vida acostumbrada, esa vida que hoy, le resultaba sosa, sin sentido, amorfa, como si sería una extraña en su propio cuerpo.

No obstante la dificultad de retomar el ritmo, decidió, luego de varios días de correcciones, agregados y cambios, dar por terminado su nuevo hijo literario. Ahora solo debería encontrar nombre con el cual saldría al mundo. Y para ello, recurrió a su queridísimo editor.
...¿Un nombre?...
-¡Si un nombre, pues son tantas las emociones que he pasado que no logro sintetizarlas para un título!

El editor por unos instantes quedó entrampado en lo que escuchó y luego…con un hilo de voz le respondió…

-Muy asombrado con tu pregunta, en años de trabajar en conjunto, es la primera vez que consultas conmigo sobre el título de tu creación, hummm...que raro..., pero sería un orgullo, para mi persona, ayudarte en este tan importante detalle...sabes que, se me acaba de ocurrir una idea...creo que el más apropiado, teniendo en cuenta tus correrías aventureras por lejanas tierras, sería: "Andanzas de una pluma", ¿qué opinas?

-¡¡¡jajaja!!! Gracias....no puede ser más gráfica...jajaja…


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María de los Angeles Rocatto (Argentina)
Beto Brom (Israel)

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*Registrado/Safecreative N°1610279567181
*Imagen de la Web c /texto agregado
*Música de fondo: Shostakovich / the Gadfly-romance


martes, 26 de julio de 2016

Atardecer compartido (relato a dos manos)




Ya tiempo que no se encontraba con Iael, su querida y vieja amiga, los recuerdos de tantas vivencias, le llegaron como un viento huracanado...buscó su mail y le envío un corto y conciso mensaje:
El martes venidero te espero en el café frente al mar, llégate, y conversaremos mientras cae la tarde, allí te espero....

-Eitan…, mi querido amigo del alma, que alegría volver a verte de nuevo y en este lugar tan emocionante para mí: este cielo, este sol, este mar en calma, sus aguas, sus arenas límpidas y transparentes, su brisa tan suave y sutil que cala tan delicadamente en toda la extensión de mi ser. Dame un abrazo ¡Tesoro bendito!
¡Eres fenomenal! Sin llegarlo a dudar.
El lugar es maravilloso, que terraza con vistas al mar, ese horizonte en el que podemos penetrar con nuestra mirada limpia y serena poder traspasar, ir más allá.
Que ilusión me hizo cuando recibí tu mensaje y me invitaste a tomar un cafecito en este paradisíaco y bellísimo lugar.
Ya sabes que no suelo tomar café a diario, sólo en algunas ocasiones especiales, como es este encuentro debido a tu gratificante invitación.
El Maître viene hacia acá, ya sabes: un capuchino para mi ¡Mi cielo! Me encanta el café con chocolate, no lo puedo remediar, es una gozada su aroma, su sabor, poderlo degustar.
Bueno, mi Gentil Caballero, después de esta deliciosa degustación, me quiere Usted decir que quiere, que necesita de esta humilde personita. Presiento que algo nuevo me quieres comunicar, solicitar.
Soy toda oídos, aquí estoy sólo para ti, toda la tarde te pienso regalar.

-Te miro y vuelven a mi memoria nuestros paseos de jóvenes... experiencias compartidas...que bien me siento al recordarlas...agradezco que accediste a mi pedido, no entiendo porque dejamos pasar tanto tiempo sin vernos, sin contarnos nuestras cosas, en fin, lo valedero que estamos aquí, frente al mar, que está ansioso de escucharnos...
Dime, siempre te agradó navegar, ¿aún mantienes esos deseos de aventuras marítimas?

-Hay mi chico grandote Eitan, las circunstancias de la vida nos van cambiando, alejando y todo nuevo horizonte vamos aceptando, asumiendo.
Suelo recordar, traer a mi memoria aquellos momentos juveniles, vividos tan dichosamente compartidos con los amigos. Cuando algunas nubes grises empañan mi cielo, los traigo al presente y con ellos sin alas felizmente vuelo, sin remos navego.
Jajaja… me haces reír ¿Aventuras marítimas?
No me conoces también como creía.
Mis sueños, mis deseos han sido siempre de todo aquello que en la realidad de mi vida diaria tenía a mi alcance, que podía realizarlo. Jamás he deseado o me he ilusionado con algo que conscientemente sabía que era inalcanzable.
Fueron experiencias maravillosas: el crucero por el mar experimentando su calma y su tempestad, su bravura; los delfines tan majestuosos saltando nos iban acompañando; los atardeceres límpidos, azulados, dorados, rojizos… Sus noches de tranquilas aguas, invitándonos a esos momentos de paz, inundando todo nuestro espíritu con la brisa que el apacible aire nos acariciaba; cuando se mostraba brioso movido por las corrientes de aires marinos, enfrentando con todo nuestro ser su ímpetu, la fuerza que manifestaba en sus aguas. Y de las escapadas en velero donde con un escaso equipo de buceo, nos adentrábamos en su fondo de ensueño y contemplando y deleitándonos con toda clase de vida, animal, vegetal y mineral que de su bello manantial emerge.
Que colores nos muestra la vida, no hay cámara fotográfica que pueda captar, atesorar los exóticos y deleitosos momentos experimentados por nuestra magistral retina.
Eitan, Eitan, no sé porque te estoy contando otra vez todo lo experimentando juntos. Con todo mi amor a la soledad y al silencio a veces me muestro como una verdadera parlanchina. Anda ¡Tesoro de sabiduría! Muéstrame tu cielo. ¿Cuéntame algo de ti, que has hecho estos años, qué es de tu vida actual? Lo que tú prefieras, te escucho atentamente, antes de que se vaya la tarde.

-Me asombras cuando dices que poco te conozco, y yo que estaba seguro saber todos tus secretos, inquietudes y alguna que otra travesura, como aquellos tres días, que diste parte de enferma en el Instituto y nos fuimos a navegar por las costas de la zona, ¿te acuerdas?...tu rostro lleno de sonrisa me responde, no es necesario que agregues palabras...
Me pides que te cuente de mi...sabes que siempre me agradó pasear y visitar mundo, pues te comento que mi última aventura fue llegarme hasta la lejana y exótica Vietnam, permanecí allí cerca de un mes; por supuesto que no conseguí conocer todo, pero pasé una serie de vivencias inolvidables allí; sabrás que detesto las excursiones organizadas, o sea que provisto de un buen mapa y un plan preparado, me largué a conocer esplendidos lugares, conocí a gente muy especial, aprendí de las costumbres de trabajo y en especial saboreé todo lo que se me ofreció, tienen una cocina más que excelente, ahjjjj...
Ya te mandaré fotos a tu correo, para que aprecies lo fantástico que me resultó el viaje. Mi plan futuro es visitar Singapur, amigos que estuvieron por allí, me comentaron que es un país muy especial, ya veré si logro arreglar mis cosas y viajar para conocerlo.
En lo demás, como siempre, solterito y sin apuro, ¿porque te ríes?...

-Ja jajá... Perdona ¡Tesoro mío! Que siga riendo, me ha hecho gracia eso de "solterito y sin apuro", un espíritu tan aventurero como el tuyo quién lo vería casado. Pobre la mujer que se atara a tu costilla. Otra Eva más abandonada, mortificada y sin consuelo, teniendo al amor de su vida siempre distante en vuelo constante, planeando un día y raudo como el viento elevarse en busca de otro tesoro. Me has hecho recordar al aventurero Indiana Jones en sus excelentes cinematografías.
Prepara un buen bolsillito amiguito, todo allí es muy carito. No te digo nada más, quiero que tu alma de niño se quede boquiabierta ante ese nuevo universo que se manifiesta a tu ser, rico y lleno de contrastes exóticos por el crisol de culturas que posee.
En cuanto a la comida, yo la encuentro bastante buena, sabes que esta sencilla personita le gusta saborearlo todo, pero es mejor que la descubras por ti mismo cuando te encuentres allí.
Ya me escribirás sobre el resultado de tu eminente experiencia. Eso espero, amigo del alma.
No creo que hagas ahjjjj… Tienes a tu disposición de los más variopintos menús deliciosos para degustar: unas exquisitas sopas con fideos elaboradas con una gran variedad de ingredientes, que las hacen únicas, riquísimas y una presentación que es una seductora invitación que te dicen: Cómeme, degústame, saboréame…
Seria gracioso que un errabundo nómada, hambriento de conocer las diversas culturas de nuestra gran madre tierra, se enamorara de tan característico paisaje y se quedara a vivir allí como han hecho otros muchos que han visitado el lugar. Prendados en su poco espacio de las oportunidades laborales que se le ofrecen en tan exuberante jungla gigante.
Ja jajá… me río nuevamente, no te veo amigo mío que puedas dejar tu mochila y tu mapamundi de rastreo y quedarte a vivir allí. Aunque nunca se puede decir "de este agua no beberé".
No se te ocurra ver documentales anteriores a tu marcha, perderías su magia, su atractivo y majestuosidad sin igual.
Me apetece tomar algo; esta vez invita esta servidora. Espero no hayan modificado su exquisito sabor de mi refresco favorito, cítrico a la margarita.
Mi apreciado juglar errante ¿Qué desea Ud. tomar?

Será delicioso viendo cómo se desvanece esta esplendorosa tarde de ensueño mientras nos deleitamos plácidamente de este magno encuentro.

-Como interpreto que tiempo no es tu problema, me gustaría invitarte a cenar en el restaurante chino que se encuentra no lejos de aquí, y así continuamos nuestra amena charla...bueno, bueno, contento que te prendes a la idea, pues entonces vamos, y allí entre sopas y platos exóticos te relataré sobre mis preparativos para el próximo viaje y de paso me atreveré a proponerte algo...

-Ummm… Una proposición, eso sí que es intrigante, ya tienes mi alma en vilo. ¿Qué será, será…? No puedes hacerme estoó…

Eitan, Eitan, mira el horizonte, la tarde se va fundiendo con la noche, va desapareciendo. Detengámonos unos momentos y contemplemos este mágico y maravilloso espectáculo que el Universo nos presenta y retengámoslo con nuestros ojos. Gravado en nuestra memoria quedará un bello recuerdo para nuestro futuro-presente.

-La verdad que es un atardecer para recordarlo, tienes razón...ven vamos al restaurante, está sobre un montecito y desde allí podremos apreciar el paisaje mientras cenamos...vamos...

.....

-Contento que aceptaste, la mesa que nos dieron se acomoda a nuestro deseo de deleitarnos con ese cielo que invita a reflexionar...
Ya hice el pedido, el mozo me aseguró que no nos arrepentiremos de la elección, se trata de una decenas de platillos, c/uno con distintos productos sazonados al propio estilo de la comida china. Ahhh… y mientras esperamos, te adelantaré con respecto a mi propuesta.
Escucha, y luego me respondes...
El viaje a Singapur, no es de turismo, sino de trabajo, resulta que un buen amigo de la facultad, hace ya tiempo que se fue a radicar allí y trabaja, en un puesto bastante importante, en la Organización Gubernamental que regenta la isla de Sentosa, un lugar excepcional exclusivamente turístico, con una infinidad de atracciones para atraer a los millones de extranjeros que visitan aquel especial país.
No sé si sabrás que me especialicé en juegos infantiles, de esos que comúnmente se encuentran en los parques de diversiones, he ideado varios de ellos y con el tiempo adquirí experiencia y reputación.
Noto que no sales de tu asombro...espera deja explicarte a lo que quiero llegar.
He recibido un contrato para levantar allí una de mis últimas creaciones, una especie de platillos voladores, adecuados para pequeños tripulantes, con sus escafandras estilo espaciales, etc...; calculo que mi estadía allí será de aproximadamente tres meses; recibiré una hermosa casa y auto mientras realizo el trabajo. Bueno y aquí mi propuesta, teniendo en cuenta que siempre te gustaron los diseños, esquemas y diagramas, te contrato como mi ayudante principal. Por supuesto que todos los gastos estarán incluidos, y además, te podrás volver con un respetable regalo a tu cuenta bancaria. No es necesario que me respondas ya, tienes una semana para mascullarlo, te aseguro que lo pasaremos a las mil maravillas, aconsejo no desperdiciar esta oportunidad.

-Me dejas alucinada, la oferta es tentadora, sin lugar a dudas, pero he de pensarlo bien antes de darte una respuesta precipitada. Mi vida presente hoy es bastante diferente; los años han pasado y soy persona que le gusta vivir el momento presente de una manera más relajada, más sedentaria. No es mi meta volver a la vorágine de aquellos días juveniles, donde cualquier aventura por arriesgada que fuera no me detenía por nada ni nadie del mundo.
Hace ya más de 2 años que no me dedico al diseño gráfico y sabes que es imprescindible en el día de hoy estar al día con las nuevas tecnologías desarrolladas, creadas –no te sería de gran ayuda-. Tendría que empezar por sumergirme nuevamente y estudiar minuciosamente todos los avances desarrollados últimamente. Hugsss… Eitan, déjame pensar unos momentos, he sentido una llamada de atención, desde lo más profundo de mi corazón.
***
Ya está, ¿Por qué no llamas a Elizabeth? Ella sigue en la brecha, trabajando sin tregua. Recordarás que es una mujer llena de vitalidad, creatividad e imaginación, una mina, una fuente de inspiración siempre renovada: jajajaaa… Dedicación y constancia personificada. Estoy segura que aceptará encantada tu fascinante invitación; dejará todo lo que tiene entre manos y se lanzará como un cohete explorador a tu magistral proposición. Será un gran honor para ella que tan cautivador Caballero, fiel amigo y sublime diseñador y programador requiera sus servicios y cooperación.

Y ahora, anda amigo mío, dirijamos nuestra vista a este encantador y mágico espacio y deleitémonos en esta panorámica abierta a nuestros ojos, donde el mayor espectáculo del mundo nos es ofrecido graciosamente y gratuitamente por nuestra madre naturaleza, que no puede fallar. Cada día es diferente, incendiando la tarde de la puesta de sol. Inolvidable y exótica maravilla de ver caer la sombra en sus diferentes tonalidades y matices, hasta juntar en el horizonte el azul de cielo, mar y tierra.

Me siento henchida de felicidad por esta cita tan súper especial, compartida contigo mi caro amigo del alma ¡Ya es subliminal!

¿No lo percibes mi querido Eitan?
......

Y los dejamos allí, disfrutando uno del otro...degustando deliciosos y exóticos platos orientales...intercambiando pasadas vivencias... remembranzas que forjaron esa bella amistad que hoy la continúan gozando.

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Iael……Josefa Alcaraz Martínez (España)

Eitan…..Beto Brom (Israel)




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*Registrado/Safecreative N°1605107472058

*Imagen dela Web con anexo de texto

*Música de fondo: F.Chopin/Nocturne N°16







jueves, 7 de julio de 2016

Encuentro inesperado (relato a dos manos)





Era una de esas mañanas calmas, la naturaleza se ofrecía en todo su esplendor, el sol hacía solo unos instantes había comenzado su labor... El joven pastorcito ya junto a sus compañeras, decidió cambiar de ruta ese día, -los cambios dan gusto a la vida-, se dijo, y ya bien decidido, una sonrisa adornó su rostro y arrió su rebaño hacia el camino que rodea la colina, el mismo que bordea el Arroyo Grande.
Pancho y Linda, sus dos perros, no entendieron la orden de Pascual, pero al ver que el patroncito enfilaba para el lado del agua, y las cabras lo seguían, no tuvieron otra que imitarlo, -veremos, veremos-, murmuraron entre ellos, y fueron detrás de él...
 
Sentada en la otra margen del arroyo, Camila trenzaba su brillante cabellera enmarcando la belleza y el resplandor de su rostro... Hacía muchos años que no venía a visitar a don Bruno -su abuelo- que vivía en esos parajes desde que había enviudado... Pascual quedó sorprendido ante la presencia de la niña a quien no reconoció en un primer momento... Pero al oír su melodiosa voz entonando una canción, le resultó familiar y sintiendo el propio latir de su corazón pensó: -Camila ha regresado-...
 
No quiso correr el riesgo de quizás molestar... Decidió continuar con el pastoreo, que era imprescindible, y resolvió que al regreso, se daría un buen baño e iría a visitar a su vecino Bruno, que de verdad hacía mucho que no llegaba por allí.
Mientras las cabras estaban ocupadísimas en sus quehaceres, no pudo desligarse de sus pensamientos sobre aquellos días de su no lejana infancia, que repiqueteaban en su recuerdo... Días felices...Camila, su amiguita correteando con sus largas trenzas al vuelo, y él tratando, en vano, de atraparlas...Y el juego de las escondidas... Nunca podía encontrarla, y ella en cambio, lo hacía en un primer intento... Notó que una sonrisa aparecía en su rostro.
Llegó el atardecer con sus rubores contrastando con el verde de la campiña cuando Pascual apareció frente a la casa de don Bruno. Vestía sus botas marrones, sus jean gastados, su infaltable sombrero que le ensombrecía sus ojos celestes dándole calidez a su mirada... Como cada tanto pasaba a tomar un brandy con su vecino al que le unía el amor por la naturaleza y la soledad del campo...
Don Bruno está sentado en el porche y saludándolo amablemente le dice:
-¡Pero como anda amigo tanto tiempo, que alegría verlo por estos lares!-
Por el gran ventanal entraba la luz del sol que iluminaba el ambiente rústico de la cabaña...
 
Camila se encontraba recostada en la estancia leyendo un libro de aventuras, tema que siempre la fascinaba. Al escuchar a su abuelo, dejó el libro, se levantó y fue apresurada a recibir al visitante.
Los dos amigos se estrecharon en un cálido abrazo... Se miraron de arriba abajo, cada uno más asombrado que el otro, volvieron a reencontrarse en otro efusivo abrazo... Don Bruno no cabía en su alegría...
-Que contento verlos tan entusiasmos por el encuentro, después de tanto tiempo, ¿verdad?, Adelante, adelante, siéntate con nosotros y cuéntanos de tu vida, que planes tienes para el futuro, en fin...
-No tengo mucho que contar sobre mí- contestó Pascual - todos los lugareños de la zona, tranquilos que pueden confiar en mí y sin vacilar me entregan en custodia sus rebaños, pues bien saben mi adoración por las cabras, y así paso mi sencilla vida, entre montes y colinas, gozando y deleitando los regalos de la madre natura. En cuanto a mi futuro... Hummm... Quizás, me llegue hasta la gran ciudad y encuentre alguien que -bueno, ya estoy divagando como es mi costumbre- pues claro, de tanto tiempo estar acompañado con mis pensamientos solo mi amiga la sombra sabe de mis sentimientos. Pero, de seguro, tú, mi querida Camila, tendrás lo que contar...
La vida de Camila había tomado un rumbo diferente en cuanto inició sus estudios superiores... Ella como Pascual amaba los animales y desde la perdida de sus padres volcó sus expectativas en estudiar la carrera veterinaria para luego regresar al campo con su abuelito para así retribuirle en sus últimos años todo el amor que don Bruno había sabido ganar en su vida y en la de sus padres...

Luego del humeante café que bebieron conversando pasaron las horas entretenidos con las anécdotas de Camila en la gran ciudad y sus sacrificios para lograr finalizar sus estudios, donde no hubo lugar para desarrollar una vida sentimental ya que en su corazón solo existía un lugar que estaba ocupado por el recuerdo de Pascual, sin saber definir exactamente si era amor o amistad ya que ella nunca había tenido novio...
 
El pícaro don Bruno, pispiando un quizás futuro de unión entre los jovencitos, tomó la iniciativa, aprovechando su edad...
-Los escucho y no salgo de mi asombro, las mismas inquietudes y cada uno de ustedes solito en su campo, les sugiero salir a pastorear juntos y recordar vivencias...
-Mire usted, don Bruno, ¡las cosas que se le ocurren! Pretende que toda una doctora acepte tal extravagancia, ja, ja, ja...
Pascual, rápido era en sus pensamientos y se dijo que pensándolo mejor en una de esas... Y sin dejar de pasar la oportunidad, miró a su amiga y dijo:
¿Dime Camila, te agradaría acompañarme mañana a llevar mi rebaño al monte?

Eran las ocho de la mañana y la calidez envolvente inundaba la cabaña de don Bruno mientras se desperezaba sentado en su mecedora sentado frente a la ventana por donde entraban los primeros rayos de sol y el verde de la campiña lucía en su esplendor ante sus ojos...
Camila preparaba el omelette preferido de su abuelo mientras saboreaba una tacita de café y se apresuraba para llegar puntual a su cita...
Estaba tan emocionada como en sus años de infancia cuando juntos trepaban por los árboles tal vez para acomodar algún nido de gorriones que el viento había derribado en la última tormenta o iban a la orilla del río a juntar mojarritas...
Pero ahora debía enfrentar el momento de comunicarle a su amigo que el fin de sus vacaciones era eminente, ya que debía regresar a la ciudad para acudir al llamado de una propuesta de trabajo en la clínica veterinaria que había respondido a su solicitud...
 
Al escuchar el típico repiquetear de un cencerro, supo que Pascual y su rebaño ya llegaban al montecito cercano, saludó con un -hasta luego- a su abuelo y emprendió la subida para encontrarlos.
-Que contento verte, Camila, te confieso que muchas veces soñé con un momento así... Quizás te parezca que exagero, pero créeme que no te miento, es más creo que...
-No sigas, por favor, me confundes con tus palabras, no te conocía tan melancólico, vamos, vamos, no me hagas ponerme molesta, pues no sabré que responder.
-Sólo comparto contigo, mis sentimientos, como siempre lo hacíamos, ¿recuerdas como era de niños?
-Por supuesto que recuerdos y vivencias vuelven a mi memoria, pero no debemos llevarnos por impulsivos arranques de nostalgia, ha pasado tiempo, la realidad es otra, en lo que a mí respecta, no sé si me entiendes...
-Nuestra amistad es lo que vale, o es que no piensas así...
 
Camila entre el gentío de la estación abordó el tren de regreso a la ciudad... En su alma llevaba el triste recuerdo de su último encuentro con Pascualito cuando debió confesarle que sus sentimientos eran confusos y agudizaba su tristeza el pensar en su abuelito que acusaba el paso de los años...
Acomodó su equipaje y se sentó del lado de la ventanilla para poder saludar a los dos hombres que quedaron casi perdidos en medio de la multitud de los pasajeros que van y vienen en esa época del año...
En su mente anidaban recuerdos felices y pensamientos inciertos de una nueva etapa de su vida y sus responsabilidades
Fue cruel pero creyó ser sincera en aquel momento, no podía mentirle amor a su amigo de la infancia a quien siempre quiso como al hermano que no tuvo... Pero bien en el fondo de sus pensamientos se agitaba la duda y la emoción de saber que él la amaba...
¿Serían sus sentimientos encontrados o en realidad era amor lo que sentía ahora que debía partir?
El tren comenzó su marcha y vio como se iba alejando de la figura de los dos hombres inmóviles que la saludaban desde el andén...
De pronto se levanta de su asiento y arroja el equipaje por la ventana, corriendo como una loca por el pasillo mientras los pasajeros se voltean a verla y grita: ¡Pascual!
Él al ver la actitud de ella corre para recibirla entre sus brazos don Bruno sonríe rellenando su pipa de brezo, menea la cabeza, voltea para llamar a Pancho y Linda quienes obedecen moviendo sus colitas como fieles conocedores del amor... El tren se aleja dejando atrás la estación del pequeño pueblo mientras ellos abrazados avanzan hacia el futuro que los aguardaba desde siempre...

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Autores:
Lilian Viacava - Uruguay
Beto Brom – Israel

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*Código 1606278220882
*Licencia: Creative Commons Attribution Non-commercial No Derivatives 3.0
*Imagen propia
*Música de fondo: Melodías campesinas sudamericanas/Máximo Spodek




jueves, 30 de junio de 2016

En busca de la esencia milagrosa (relato a dos manos /cinco capítulos)














Capítulo I



Llevaban varios días caminando, y el hecho de desconocer el terreno, aumentaba la ansiedad del grupo.

Al sexto día, de una noche cerrada y silenciosa, el sistema de comunicación dejó de funcionar, todos los intentos fueron en vano, quedaron aislados, completamente solos en un lugar tan alejado... la incertidumbre cobró fuerzas.

Era necesario tomar una decisión, y debía ser a la brevedad posible. Volver sobre sus pasos o continuar con el plan propuesto.

Francesca, la geóloga del grupo, jugueteaba con sus rizos al tiempo que miraba de reojo al líder de la expedición. Ella le había sugerido tomar otro camino, a sabiendas de que ése no era fiable, pero entonces él se hallaba abstraído por el volumen de sus senos y no le prestó la debida atención.

Uno de los expedicionarios, el de más edad, se acercó a ella y le pidió en voz baja que dejara de tocarse el cabello, para no distraer nuevamente al guía en momentos en que debía tener sus sentidos puestos en la importante decisión a tomar.

Sin responderle y haciendo caso omiso de tal sugerencia, se acercó a Bernardo, y como confiando un secreto, le dijo en voz baja, casi al oído... - Estoy contigo, acepto tus decisiones, y además soy de la opinión que debemos continuar con la empresa que nos propusimos.

Escuchó, la miró directamente a los ojos, sin siquiera responder.

Era imprescindible escuchar los puntos de vista de todo el grupo, por lo tanto pidió que todos se expresen para así llegar a una resolución, agregando que consideraba importante que sea una decisión en conjunto.

- De acuerdo a como veo la situación -expresó Germán, especializado en antropología- "el profesor", como lo llamaban todos- interpreto que debemos dar por finalizada nuestra expedición, no debemos arriesgarnos a una dudosa aventura que puede llegar a convertirse en una nada agradable experiencia, como la ocurrida en una expedición al nacimiento del Amazonas, organizada por la Unesco, en la cual participé, donde nos enfrentamos a una situación semejante a ésta, y que por la fallida decisión tomada, sufrimos una tragedia, que hasta el día de hoy no puedo sacar de mi memoria.

- Yo debí suspender algo importante para unirme a esta expedición y no pienso regresar con las manos vacías. Se nos dijo que había un valioso tesoro escondido y que su hallazgo podría ser de suma importancia para la humanidad. Pues bien… quien quiera abandonar, que abandone. Yo seguiré adelante, aunque sea solo - expresó con firmeza Mateo, el alpinista del grupo.

- Me inclino a pensar que lo que pueda haber allí no será más importante que nuestra propia vida, por lo tanto opino igual que el “profesor” - dijo Lionel, el fotógrafo

- Creo saber de qué se trata el hallazgo, aunque me comprometí a guardar silencio para evitar especulaciones. No obstante, les aseguro que vale la pena seguir adelante. - observó Francesca

Bernardo -el guía- dirigió una mirada a los dos expedicionarios que aún no habían abierto la boca y les dijo:

- Sólo nos falta conocer su opinión, daré a conocer la mía después de haber escuchado sus argumentos. Por ahora hay dos votos a favor de continuar con la expedición y dos en contra.

Varda y Alex, jóvenes universitarios en el último año de Geología, se miraron entre ellos; rumorearon unas pocas palabras y la damita respondió:

- Fuimos invitados por el profesor -al cual agradecemos- pero poseemos un espíritu aventurero, natural a nuestra corta edad, y estamos muy entusiasmados en ésta, nuestra primera vivencia de este tipo; no obstante, tanto mi compañero como yo aceptaremos la decisión que tome Bernardo. Esperamos que sea acorde a nuestros deseos de proseguir.

Todos los ojos fueron dirigidos al guía.

- Antes de tomar una resolución -expresó Bernardo-, deseo hablar con cada uno en forma particular, espero que no tendrán inconveniente alguno, ¿verdad?

Se escuchó un sí general.

Al primero que se acercó fue a Germán.

- Escúcheme, profesor, sabe que respeto su palabra y no sería de mi agrado contradecirla; sé que -de proseguir- correremos ciertos riesgos, pero le aseguro que se tomarán todos los recaudos necesarios como para evitar posibles obstáculos que entorpezcan nuestra excursión. Desearía, por lo tanto, recibir su bandera verde para ayudarme a decidir.

- Reitero mi posición ya explicada, sin embargo, dada la buena reputación que tiene acumulada en su haber, le propongo una buena salida para ambos; si logra convencer a todos los demás participantes de continuar la expedición, pues entonces desde ya cuente con mi OK.

Con una leve sonrisa en su rostro, Bernardo fue a probar suerte con el simpático Lionel.

Mientras Bernardo dialogaba con el profesor, Francesca no perdió la ocasión de acercarse al fotógrafo, para pedirle unas tomas junto a un raro arbusto de curiosas formas.

Su verdadero propósito era empatizar con él y obtener su voto positivo para continuar con la expedición. Pero el instinto de conservación de Lionel estaba por encima de su curiosidad y fue necesaria la intervención de Bernardo para modificar su postura.

- El mundo es de los valientes, mi querido Lionel. Si tuvieras ante ti un enorme oso aplaudiendo, y te ofrecieran por esa toma un millón de dólares… ¿te irías sin fotografiarlo? ¿no correrías el riesgo? - le preguntó el guía

- Tal vez aceptaría el desafío, tratándose de una oferta tan interesante… pero ¿qué tengo para ganar si sigo adelante en esta expedición? - inquirió el otro

- La satisfacción de haber plasmado con tu cámara un hallazgo de suma importancia para la humanidad - concluyó Bernardo

- ¿Tanto así?... Mmm... no es fácil decidirse; hay mucho en juego - expresó Lionel

- Ésta podría ser tu consagración como fotógrafo - exageró el otro para convencerlo

- De acuerdo, cuenten conmigo, espero no arrepentirme - dijo, por fin

Antes de que Bernardo continuara con el siguiente, Mateo tomó la palabra:

- Con el permiso de nuestro respetable guía, quisiera proponerles que abreviemos este trámite. El tiempo apremia y nos conviene llegar a destino antes del cambio de estación, o las cosas se complicarán aún más.

Bernardo, ya reforzado después de escuchar las variadas opiniones, dijo con voz segura:

- Los escuché y he tomado la resolución: continuaremos en la marcha, y es el momento de revelar la meta de nuestra expedición en este tan peculiar Myanmar (Burma). Debo agradecer la gentileza de las autoridades de la Universidad de Agricultura de Yezin, que nos han permitido concretar esta excursión con su gran ayuda. Estimados colegas, nuestra ambición será llegar a descubrir donde florece la exótica flor Selvius, verdadera fuente de la juventud.










Todos, excepto Francesca, exteriorizaron expresiones de asombro y expectativa ante tal anuncio.

El jefe continuó explicando los detalles técnicos, ya programados, y distribuyó los distintos cargos que cada uno ocuparía.

La hora de salida sería bien al amanecer, no más tarde de las cinco, por lo cual les recomendó aprovechar las pocas horas que restaban.





Capítulo II





Luego de la revelación del importante tesoro a descubrir, Bernardo tomó un mapa, celosamente guardado en uno de los bolsillos de su mochila. Lo desplegó ante los ojos expectantes del grupo y dijo:



- Ahora estamos en este punto -expresó señalando Mandalay- y debemos dirigirnos a este otro -prosiguió, trazando con su dedo índice una línea oblicua hacia Hsipaw- allí, según datos fidedignos cuya fuente no puedo revelar, se encuentra la flor Selvius, que posee magníficas propiedades para rejuvenecer la piel. Nuestra meta es conseguir muestras de la misma para hacerlas analizar.

Francesca nos dirá qué camino tomar para que sea más seguro y llevadero nuestro andar. Mateo se complementará con ella para guiarnos, en caso de que nos topáramos con terrenos elevados.

Agradeceré que usted, profesor Germán, ponga en práctica sus avalados conocimientos sobre la especie humana, y nos oriente para saber cómo proceder ante la eventual aparición de descendientes de alguna antigua civilización.

Varda y Álex observarán detenidamente cada arbusto que encuentren a su paso, sin dejar pasar ningún detalle que les llame la atención. Yo mismo colaboraré con ambos en esa tarea.

En cuanto a Lionel, obviamente tu labor será tomar fotografías de todo, desde distintos ángulos.

Ahora cenaremos y luego descansaremos unas horas; debemos reponer energías y estar listos para lo que vendrá.

Pasaron la noche… y cuando el sol animó sus primeros signos de presencia, la columna de aventureros se topó con un difícil camino de escalada a un monte que se apareció ante ellos.

Tuvieron que hacer un paro, pues en la mochila de Varda se soltó la presilla del bolsillo principal y todos sus cosméticos regaron el camino.

Francesca y Mateo aprovecharon la interrupción momentánea para investigar en los mapas cuánto restaba hasta llegar a la costa del río. Comentaron que, según sus deducciones, estaban cerca, y allí podrían encontrar alguno de los pobladores y contratarlo para que con su balsa pudieran pasar al otro lado, donde se hallaba la parada de un tren que los acercaría a su destino.

Al profesor le entusiasmó la idea de viajar en tren, le recordaba sus años de juventud.

Prosiguieron el trayecto...











El ascenso rápidamente llegó a su fin y, antes de emprender el descenso, disfrutaron desde la altura el hermoso paisaje del cauce del río, y además se percataron que a corta distancia se percibían algunas casuchas, con seguridad se trataría de un pueblito de pescadores, justo lo que estaban necesitando. Por supuesto, Lionel no perdió la oportunidad de tomar algunas fotografías para el recuerdo.



- Aquí se respira aire puro - dijo el antropólogo, mientras aspiraba en profundidad para recuperarse, luego de semejante esfuerzo… su edad empezaba a notarse en los ascensos.

- ¿Se siente capacitado para continuar, profesor… o prefiere que nos detengamos un momento? - preguntó Bernardo, al notarlo algo agitado

- No se preocupen por mí, sólo es falta de práctica. En las anteriores expediciones me tocaron terrenos llanos. Ya me pondré a tono; sólo les pido que disminuyan la velocidad en la bajada - respondió

- No se separe de mi lado, profesor, apóyese en mí si es necesario hasta llegar abajo - le aconsejó Mateo

- Me están haciendo sentir más viejo de lo que soy… de acuerdo, acepto tu ayuda - dijo el profesor, al tiempo que se ubicaba junto al alpinista

- Entonces sigamos… pronto estaremos muy cerca del río y allí buscaremos con qué cruzar a la otra orilla - indicó el guía

- ¿Cuál es ese tren del que hablaban Francesca y tú? - preguntó Varda, dirigiéndose a Mateo

- Se trata de un tren que circula por el viaducto Goteik, construido por el imperio británico en la época colonial - comenzó a explicar Mateo, pero Lionel lo interrumpió

- ¿El viaducto Goteik, dijiste?

- ¿Lo conoces? - preguntó Mateo

- ¡Que si lo conozco! (exclamó)… me subí a él de pequeño. Mis padres y yo estábamos de viaje por algunos países del sudeste asiático y pasamos por éste. Recuerdo vagamente los paisajes, pero hay algo que no olvidaré jamás… y es ese tren - explicó Lionel con cara de asustado

- ¿Y qué tiene de particular para ser tan inolvidable? - intervino Álex

Antes de que Lionel respondiera, Bernardo le clavó la mirada de tal manera, que el fotógrafo entendió que debía evitar dar detalles. Ya había quedado claro, a esta altura, quién era el miedoso del grupo.

-Ehhh… no tiene importancia, apenas era un niño cuando lo abordé, no me hagan caso - dijo Lionel, para dejar conforme al guía

Y Francesca, que curiosamente no había participado del intercambio, se sonrió con cierta picardía ante la actitud del fotógrafo.

Apenas se acercaron a las primeras casuchas del poblado, unos famélicos y nada simpáticos perros les dieron la bienvenida a nuestros avezados exploradores.

Alex se adelantó al grupo y con sus manos abiertas se acercó a paso lento para enfrentar a los cuadrúpedos, y agregó en voz baja...

- Quédense donde están, yo me entenderé con ellos, tengo experiencia con los perros...

Nadie atinó a disuadirlo y detuvieron la marcha.

Uno de los caninos, es de suponer el líder del grupo -un negro azabache de considerable tamaño- se acercó al inesperado intruso, husmeó una de las manos, luego dio una vuelta alrededor de Alex, que optó por quedar quieto como una estatua; acto seguido, ya frente a frente, se animó a pasar suavemente la palma de una mano sobre la cabezota del animal, aparentemente calmado, éste -complacido- dio media vuelta y regresó junto a sus compañeros centinelas, entonces todos enfilaron con dirección al poblado.

- Ya está solucionado el asunto, amigos, podemos proseguir, yo me adelantaré... veré de encontrar alguno de los pobladores, síganme...

- Espera, yo iré contigo, balbuceo un poco el idioma que se habla en esta parte de la región, creo que podré arreglármelas para conseguir alguien que nos pase al otro lado del río...- dijo Lionel.








Dicho y hecho, a escasos minutos se encontraban todos sentados en una especie de balsa precaria, con los pies en el agua, rumbo a la costa vecina. Estando a bordo de la misma se percataron de que en su interior -exactamente en el medio- había una especie de boquete que permitía ver el cauce del río, y algo similar a una red -de trenzado fino- estaba tapando por debajo tal abertura. Después de consultarlo con el amable lugareño, entendieron que durante la pesca se iban arrojando y guardando allí los peces obtenidos, para así mantenerlos vivos y frescos, hasta tanto se los vendiera en el poblado.

Desembarcaron... y, además de agradecer la gentileza al servicial pescador, ofrecieron un billete de 20 pesos americanos, que con sumo gusto aceptó, augurándoles una buena travesía.





Capítulo III



Mateo observó el panorama con unos prismáticos que le facilitó Francesca (habían hecho buenas migas en el último tramo) y buscó la ubicación del ferrocarril que los llevaría a su destino final.

- Debemos recorrer unos trescientos metros hasta llegar a la estación del tren que nos conducirá a Hsipaw - le dijo a los demás

Lionel suspiró profundamente al escucharlo, pero evitó hacer comentarios... recordó la penetrante mirada que le dedicara Bernardo minutos antes. Álex había dado muestras de su valentía con los perros, no sería oportuno de su parte demostrar miedo a abordar ese tren.

Una vez que hubieron arribado a la estación Mandalay, Bernardo se dirigió a la ventanilla de expedición de pasajes. Luego se ubicó junto a los otros en uno de los asientos de madera dispuestos allí para esperar la llegada del convoy.

Varda tomó un paquete de galletas de adentro de su mochila y les convidó a todos.

Transcurrieron veinte minutos hasta que el tren estacionó junto al andén y los siete expedicionarios lo abordaron, algunos con entusiasmo, otros con curiosidad... Lionel con temor.

- Ahhh... esto es emocionante, sentarme nuevamente aquí me trae recuerdos de mi juventud - dijo el profesor Germán

- ¿Fueron gratos momentos, profesor? - preguntó Varda

- Sí, absolutamente - respondió éste

El tren se puso en marcha y todos aplaudían, menos Lionel.

Transcurrió más de una hora de recorrido y -a medida que se aproximaba el tramo del viaducto- las pulsaciones del fotógrafo aumentaban el ritmo.

Francesca, que no perdía detalle de nada, advirtió la palidez de Lionel y le hizo una seña a Bernardo, que se hallaba sentado junto a éste, para que observara su semblante.

- ¿Te sientes bien, Lionel?... te noto algo pálido - le preguntó el guía

- No pasa nada, es la falta de costumbre de subirme a un tren... llevo mucho tiempo sin hacerlo - salió del paso el muchacho

- Entre nosotros... (le dijo en voz baja) ¿Le temes a las alturas, verdad? - preguntó Bernardo

- Algo así... - respondió escuetamente el otro

- Bueno, si es necesario cierra los ojos, estamos por arribar al viaducto Goteik y no quisiera sembrar el pánico en los demás con tus gritos... jejeeee - le dijo con ironía

Ya en ese tramo, todos exteriorizaron un prolongado Ohhhh de admiración ante el imponente paisaje visto desde las ventanillas.









- Me pregunto si este tren es seguro... - dijo Varda al comprobar la impresionante altura por donde se hallaba circulando el convoy

Las vías eran estrechas, lo cual generaba cierto temor en los pasajeros que no estaban habituados a subirse a este tren.

Alex -sentado junto a Varda- miró hacia abajo con naturalidad y luego le dijo:

- Ya superamos lo de los perros... esto no es nada comparado con eso

- Te sientes ganador ¿verdad?... en cierto modo me da seguridad estar a tu lado en este tren - le dijo Varda mientras se le arrimaba

El ferrocarril había disminuido su velocidad al atravesar ese tramo, lo cual generó un molesto chirrido, como si le faltara lubricación a los engranajes... y Francesca se tapó los oídos.

- Tranquila, ya falta poco - le dijo Mateo, quien se hallaba sentado junto a ella

El profesor, a quien la había tocado en suerte sentarse con un desconocido, observaba con curiosidad -y, a la vez, preocupación- el modo en que éste saltaba sobre el asiento. Se preguntaba si las galletas consumidas en la estación ya habrían culminado su correspondiente proceso de digestión.

- Discúlpeme... ¿sería tan amable de dejar de saltar? temo vomitar lo que acabo de ingerir - le dijo Germán, pero el otro no le entendió

Volvió a intentarlo en un dialecto que suponía era el que manejaban allí (el profesor dominaba muchos idiomas) y entonces sí obtuvo el resultado esperado. El joven a su lado temió ser ensuciado de vómito y entonces se levantó para sentarse en otro sitio. Tal vez sus brincos fueran una manera de sobrellevar el miedo a las alturas.

Las incomodidades del tren, que había visto días mejores, no evitaron que nuestros entusiasmados expedicionarios disfrutaran de las maravillosas vistas, que como una película de la naturaleza, podían apreciarse desde las ventanillas, no obstante las peligrosas curvas que debían salvar los deteriorados vagones.

Y por fin llegaron sanos y salvos a destino.

Bajaron todos sus bártulos en el precario andén; Bernardo tomó la iniciativa y detrás de él se encaminaron hacia el centro de Hsipaw, típico pueblo de montaña.

Germán anticipó que -según lo leído- en esta época las copiosas lluvias podrían llegar a ser algo problemáticas, pues convertían todos los caminos en una masa espesa de barro, que dificultaría la caminata.

Varda y Alex, que se habían adelantado, volvieron en pocos minutos con una sonrisa en sus rostros.

- A escasos metros hay un pintoresco mercado, los olores y los colores son atrayentes, vengan, sígannos - exclamó la jovencita.

Y, sin dudarlo, todo el grupo se encaminó hacia allí.
Por cierto, la variedad y la cantidad de productos allí exhibidos era un regalo para los ojos.

Bernardo y Francesca -encargada de la comida- se ocuparon de adquirir lo necesario para el trayecto, mientras que los demás disfrutaron de la amabilidad de los pobladores que trataban de atraerlos ofreciendo su mercancía.

Mateo consiguió entenderse con un anciano sentado en un rincón del mercado, quien fumaba una especie de cigarro, éste le informó que a unos pocos kilómetros, siguiendo el curso del río cercano al pueblo, encontrarían una choza de gran tamaño, allí podrían obtener más detalles del lugar que buscaban, de boca del ermitaño que la habitaba.

Lionel, ya recuperado del mal momento que le tocó atravesar arriba del tren, se puso a tomar fotografías de todo cuanto halló a su paso… y había bastante en el valle de Hsipaw para despertar su curiosidad.

El Mercado Central era uno de los mejores de todo Myanmar, al que asistían miembros de diferentes grupos étnicos, interesados especialmente en las velas.










Allí el profesor Germán tuvo oportunidad de demostrar nuevamente sus amplios conocimientos lingüísticos, cuando uno de los integrantes de la tribu Shan se le acercó para ofrecerle sus productos artesanales.

Si bien no compró nada, aprovechó la buena predisposición del hombre para preguntarle sobre algún lugar que pudiera resultar interesante visitar. Y vaya uno a saber qué entendió el Shan… quizás el profesor había errado la fonética, el caso es que lo condujo hacia un pasillo largo y estrecho, en cuyo final había un retrete. Una vez allí, Germán se sonrió y alzó la mano en señal de agradecimiento. Y ya que estaba, vació su vejiga.

El aroma que desprendían los alimentos recién adquiridos por Francesca en el mercado incentivó el apetito de algunos.

- Mmm… eso huele muy bien, se me abrió el apetito – dijo Varda

- Si, a mí también me está picando el bagre – se sumó Alex

- Busquemos un lugar en donde sentarnos para llenar el tanque y así continuar bien energizados – dijo Bernardo

- ‘Picar el bagre… llenar el tanque’… qué terminología más académica – dijo irónicamente Varda

Cuando Francesca desenvolvió los paquetes había diversos platillos para elegir:

* lephet thoke: hojas de té en conserva mezcladas con col rallada, jitomates rebanados, frijoles fritos y crujientes, nueces y chícharos, un chorrito de aceite de ajo y unas rebanadas de chile y ajo.

* nga htamin; arroz cocido con cúrcuma, machacado y moldeado como tortilla, al que se le agregan hojuelas de pescado de agua dulce y aceite de ajo.

* buthi kyaw: trozos de calabaza rebozados y fritos.

* nangy thoke: consiste en fideos gruesos de arroz con pollo, rebanadas delgadas de pan de pescado, brotes de frijol precocidos y rebanadas de huevo cocido.

Y todos dejaron de lado sus prejuicios gastronómicos ante la inevitable manifestación del hambre, entregándose de lleno a la degustación de esos menús.





Capítulo IV



Luego del reparador descanso y bien llenas las forjas destinadas a la comida, partieron alegres y satisfechos hacia el río para bordearlo y así encontrar la choza del ermitaño que quizás les indicaría el camino a seguir.

No les fue difícil el trayecto, al punto tal que, cuando Alex comenzó a entonar cierta canción de amor, todo el grupo lo acompañó con un suave tarareo, aún sin conocerla, como deseando compartir unos momentos de relax que tanto necesitaban.

Después de una hora de caminata, percibieron a un costado del sendero una choza de gran tamaño y un anciano sentado a su entrada, a su lado dos perros levantaron sus cabezas, como olfateando a los recién llegados, emitieron un ronroneo y siguieron descansando sin demostrar gran interés.

German se acercó, saludó, y se sentó frente al dueño de casa. Los demás se quedaron un poco retrasados, aguardando el resultado de la charla. Después de recibir la información deseada, el profesor dejó un pequeño cuchillo de regalo, que había adquirido en el mercado, pues le pareció un gesto adecuado. Posteriormente se dirigió al grupo para informarles que -a decir del anciano- deberían continuar bordeando el río hasta toparse con unas piedras de color obscuro, agrupadas en decenas de montículos; con las últimas precipitaciones era muy posible que todo el lugar alrededor de ellas estuviera sembrado de hongos. Agregó que si buscaban entre ellos, quizás la suerte les ayudaría.

-Ya escucharon al profesor, así que ¡En marcha! De aquí en más pongan especial atención a todo, iremos a paso lento para no perder detalle de nada. Francesca y Mateo llevarán la delantera, yo los seguiré muy de cerca y colaboraré con Varda y Alex en la inspección de aquellas zonas en las que la vegetación presente características poco comunes. El profesor ayudará a Lionel a escoger las mejores tomas para su cámara. Caminen con cuidado, el sendero está lleno de barro – indicó el guía

Y de esta forma todos iniciaron el último tramo de su aventura, ya faltaba poco para arribar al objetivo. La flor Selvius estaría oculta en alguna parte de la frondosa vegetación.

Francesca ya imaginaba cómo se vería con el rostro rejuvenecido. Ella en realidad era joven y hermosa, pero la idea de serlo aún más la volvía ansiosa por descubrir cuanto antes esa maravilla de la naturaleza.

Mateo, por su parte, sólo pensaba en la fortuna que tal descubrimiento representaría para todos, luego de hacer analizar las muestras en el laboratorio y comprobar el milagroso efecto de esa flor sobre la piel.

Varda y Alex, principiantes en este tipo de aventura, eran movidos más por su curiosidad que por otra cosa. Querían tener algo para contar en el libro que pensaban publicar más adelante.

Lionel esperaba consagrarse como fotógrafo, tal como le había augurado Bernardo que sucedería.

En cuanto al profesor, él quería darle un broche de oro a su trayectoria como antropólogo y expedicionario, consiguiendo un ejemplar de esa flor, para luego disecarla y exhibirla en el museo que planeaba inaugurar.

Bernardo quería que Selvius le proporcionara todo: juventud, dinero, y fama. Era el más ambicioso, aunque no lo demostraba abiertamente, pues en su carácter de conductor del grupo debía controlar sus emociones.

Inmersos cada uno en sus cavilaciones, los expedicionarios no recordaron las recomendaciones de su guía acerca del mal estado del terreno. Y fue el profesor quien primero derrapó a causa del lodazal, y se llevó con él a Lionel, de cuyo brazo se aferró al notar que estaba a punto de caer.

Varda y Alex se dieron vuelta al escuchar el grito del antropólogo en el momento de impactar contra el suelo. Y al hacerlo perdieron el equilibrio y también cayeron.

Y cuando los tres restantes fueron a socorrer a los embadurnados de lodo, patinaron de igual modo y se sumaron al patético espectáculo.

Se miraron unos a otros y optaron por reírse en lugar de lamentarse.

Por fortuna, no se habían despegado de la orilla del río, así que sólo habría que echar mano de sus aguas para higienizarse.

Mucho no lograron con el agua, pues el barro era espeso y muy pegajoso, lo que dificultaba despegarlo del cuero y las ropas, pero decidieron dejar esas menudencias para otra oportunidad y emprender nuevamente el camino.

Dos perros aparecieron entre los matorrales con aparentes intenciones de acompañarlos en la travesía. Ambos se apostaron al lado de Francesca, que había tomado la delantera del grupo, como si su misión fuera guiarla en su cometido. Ella los miró y les dio unas palmaditas en sus cabezotas, haciéndoles ver que aceptaba la propuesta.







El sol era implacable y el calor resultaba agobiante para caminar, pero no aflojaron la marcha y continuaron en la búsqueda de las susodichas piedras.

Luego de una hora de extensa caminata, decidieron hacer un alto para tomar y comer algo. Los astutos perros comprendieron al instante el motivo de la pausa y se mantuvieron a la expectativa, por si también ellos recibían algún regalito. Francesca se encargó de no dejarlos sin su pequeña recompensa.

Ya descansados, reanudaron la marcha. Habían andado cientos de metros cuando los canes iniciaron una corrida alejándose del grupo, luego de lo cual desaparecieron tras un arbusto de gran tamaño. No era posible ver qué había del otro lado, pero se les escuchaba ladrar… y todos interpretaron que se trataba de un llamado, entonces apresuraron el paso para averiguar el motivo de tales ladridos.

Apenas sortearon el arbusto, encontraron una enorme piedra, frente a la cual los perros ladraban insistentemente.

Los animales intercalaban los ladridos con intensos olfateos sobre la superficie de esa roca.

Alex, que ya había demostrado un buen manejo en situaciones de riesgo, se aproximó a Francesca y le dijo:

- Acerquémonos con cuidado, si lo que hallaron se tratara de comida, podrían molestarse con nosotros

- Pero si acabo de alimentarlos… - argumentó ella

- Son perros de gran porte, no creo que se hayan conformado con tan poco. – respondió él

- Me pregunto cuántos más nos vamos a encontrar durante la expedición, tal parece que tenemos un imán con los perros – comentó ella

Ambos caminaron lentamente hacia donde estaba la piedra, mientras el resto del grupo observaba expectante… y cuando ya estaban casi sobre ella, Alex le indicó a Francesca que se detuviera y fue él quien se acercó para ver qué había.

Los animales no se interpusieron y lo dejaron hacer, como si supieran que era lo correcto.

- ¡Ahhh… caray! – exclamó Alex

- ¿Qué viste? – preguntó Francesca

- Esto parece sangre – respondió

Al oír esto, la geóloga fue hacia allí para verlo con sus propios ojos. Y enseguida fue a buscar al profesor.



Capítulo V

El profesor Germán tomó su lupa y la colocó a centímetros de la mancha rojiza sobre la superficie de la piedra… luego concluyó:

- No me cabe duda de que se trata de una mancha de sangre

- ¿De origen humano? – preguntó Bernardo

- Es posible. Por el tamaño debe haber sido una herida profunda la que provocó la pérdida – respondió Germán

- Tal vez alguna de las tribus que habitan esta zona realiza rituales en los que se cometen sacrificios de animales. Pudieron haberlo matado aquí mismo – se aventuró a opinar Varda

- No es tan descabellado lo que dices – sostuvo el profesor

Lionel tomó fotografías de la roca desde distintos ángulos, pensando que quizás podrían servir de evidencia en el hipotético caso de un asesinato.

- ¿Qué sigue ahora, Bernardo? – preguntó Francesca a su guía

- Continuaremos con lo nuestro, los perros nos alertarán si llegara a presentarse algo nuevo – respondió él

- ¿Y si fuera ésta una de las piedras que mencionó ese ermitaño? – interrumpió Mateo

- Buena observación… por si acaso, miremos en detalle todo lo que rodea a la misma – indicó el guía

El avezado Mateo sintió que a su juego lo llamaban, con pasos rápidos y pequeños saltos ascendió hasta la parte superior de la piedra en cuestión; una vez allí comprobó que se trataba de un conglomerado de escombros, de lo que supuso habría sido una destacable construcción en sus momentos, y observó que varios componentes se encontraban dispersos en varios metros a la redonda, lo cual certificaba lo adelantado por el viejo ermitaño. Le llevó escasos minutos descender y hacer partícipes de tales datos a sus correligionarios.

Luego de haberlo escuchado, Bernardo propuso al grupo que eligieran pareja para recorrer los alrededores en busca de la codiciada flor.

En su fuero interno sintió que la meta no estaba lejana; él prefirió aguardarlos junto a la inmensa piedra, a la que se animó a considerar como una antigua casa sagrada de rezos y oraciones.

No pasó mucho tiempo hasta que -casi al unísono- se escucharon exclamaciones de júbilo provenientes de distintas direcciones.

Al escuchar esto, Bernardo se apartó de la roca y fue a reunirse con el resto.

Francesca y Mateo, que desde el inicio de la expedición conformaron un dúo inseparable, tanto por las directivas de su guía, como por la afinidad que habían desarrollado entre ambos, fueron los primeros en hacer el descubrimiento.




- ¡Eureka! – gritó Mateo

-¡La encontramos! ¡Y es bellísima! – exclamó Francesca

- Esta flor nos va a hacer ricos ¡Bendita sea! – agregó Mateo, al tiempo que le daba un beso en la mejilla a Francesca, motivado por la emoción… y quizás algo más

- ¡Las hay por todas partes! – gritó Varda, emocionada

- Es de una belleza impresionante, si el efecto que produce se equipara con eso, estamos ante un verdadero tesoro de la naturaleza – comentó Lionel, que no dejaba de tomar fotografías, pensando en la fama que ello le proporcionaría

- Manéjense con cuidado, no se dejen llevar por la emoción – aconsejó Bernardo

El profesor, más cauto y experimentado que el resto, procedió a buscar en su mochila los elementos necesarios para tomar muestras de la flor. Solicitó para ello la colaboración de Alex, al que consideraba alguien con un futuro promisorio como expedicionario, en vista de lo demostrado por el joven hasta entonces.

Los perros, entretanto, parecían ajenos al hallazgo de la flor. Se hallaban ocupados olfateando la zona, como si estuvieran siguiendo un rastro.

-¿Qué estarán buscando esos perros? – preguntó Varda viéndolos alejarse

Y no terminó de decir esto, cuando de repente se escuchó un aullido.

Todos interrumpieron lo que estaban haciendo y miraron en dirección al sonido.

-¿Habrá sido uno de los perros? ¿Qué pudo haberle sucedido? – preguntó Francesca con preocupación

- Tal vez cayó en una trampa – opinó Alex

- Ustedes continúen con lo que estaban haciendo, Alex y yo iremos a ver qué sucede con los perros – indicó Bernardo

A poco de emprender la marcha, vieron aproximarse a dos hombres. Se hallaban como a cien metros de distancia y portaban algo en sus manos, que no llegaron a determinar debido a que ya estaba por anochecer.

Cuando estuvieron cerca, Bernardo y Alex se miraron con preocupación, pero nada pudieron hacer, esos hombres estaban apuntándolos con sus escopetas.

- Hasta aquí llegaron, señores. ¿Acaso pensaron que se alzarían así sin más con semejante tesoro? Llevamos meses detrás de esa flor y todo aquel que se interponga entre nosotros y ella, lo pagará con su vida – dijo uno de los hombres

- ¿Acaso esa mancha de sangre sobre la piedra?... – alcanzó a preguntar Bernardo

Y el otro hombre se apresuró a responder:

-Pertenece a alguien que llegó antes que ustedes

Bernardo y Alex se quedaron petrificados ante esta revelación. Pensaron en las peripecias que habían tenido que atravesar para llegar hasta allí, en la ilusión de toparse con esa flor y lo mucho que podía significar para todos. No era justo que todo se esfumara así de fácil. Pero su vida estaba en peligro y no iban a oponerse a las ambiciones de esos inescrupulosos, de modo que la expedición había llegado a su fin y se irían con las manos vacías.

Sin embargo, no estaba dicha la última palabra al respecto.

De pronto, los perros que los habían acompañado en la travesía, aparecieron detrás de esos hombres (uno de ellos estaba herido en una pata, debido al disparo recibido minutos antes). Y como si se tratara de dos bestias salvajes, atacaron ferozmente a ambos sujetos.

Bernardo y Alex aprovecharon esto para desarmarlos. Luego, este último volvió a hacer gala de su buen manejo con los perros y les hizo una seña para que se apartaran de los sujetos.

Heridos y desarmados, estos no tuvieron otra alternativa que rendirse, y se fueron por donde vinieron.

El guía y su acompañante, seguidos de cerca por los canes, regresaron junto a los demás, que ya habían culminado con su tarea.

Mientras comentaban lo sucedido, Francesca le realizaba curaciones al animal herido con los elementos de primeros auxilios que llevaba en su mochila.

El mal momento había pasado, era hora de celebrar el hallazgo.

Bernardo arrojó las escopetas al río, cuyas aguas se encargaron de llevárselas bien lejos. Luego reunió a todos y los felicitó por el trabajo realizado.

Cantaron y bailaron y los perros se sumaron al festejo sacudiendo sus colas y ladrando.

Y de esta forma dieron por finalizada la expedición a Myanmar.



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Autores:
Laura C (Argentina)
Beto Brom (Israel)
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*Registrado/Safecreative N°1606058078337
*Imágenes de la Web
*Música de fondo: Future world music/Dream Chasers