lunes, 29 de mayo de 2017

Las huellas del tiempo



Primera parte

Perfilaba la tarde con sus destellos ocres mientras el sol empezaba a esconderse entre tupidos ramajes que limitaban la casona antigua con olor a malabares  y concierto de avecillas de diversas clases y colorido.

Berenice, sentada en aquel hermoso jardín suspiraba profundamente evocando viejas escenas atrapadas en la mente maravillosa que incita el despertar de sentidos y sentimientos. Después de larga contemplación, se levantó lentamente al recordar su viejo baúl guardado en el sótano y con pasos decididos se dirigió allá.

Allí estaba, como fiel testigo de vivencias inolvidables, empolvado pero intacto debido a la excelente madera con que fue confeccionado. Al abrirlo, se sintió, como niño con juguete nuevo. Fue acariciando cada cosa encontrada: su vestido de comunión con alforjitas, amarillento por el paso de los años, la bolsita donde  los vecinos echaban los mediecitos como parte de la tradición, los ombligos de todos sus hermanos que la madre guardo para echarlos algún día en el río como creencia de que así nunca se ahogarían, las postales de su adolescencia como intercambio amistoso con personas de todo el mundo, enviadas por el correo, ahora suplantado por tanta tecnología, que enterró a los carteros en el olvido, el manojo de estampitas de santos y vírgenes, de oraciones, de ultimas noches de tantos fallecidos, flores secas dentro de un poemario de Vargas Vila, en el cual aparece subrayado este fragmento: 

°Un gran lirio, lirio abierto en la fronda lujuriante de un remoto país de sueños, bajo un cielo en nubes pálidas de un color límpido azul, tu albo cuerpo semejaba, en los nítidos encajes, y los amplios cobertores y los tenues cortinajes, ligeros y ondulantes te envolvían en una nube de opalino, índigo tul°

Se detuvo un rato ahí, hojeando el libro y suspirando. Pensaba en este escritor tan contradictorio y censurado que dejo huellas en su corazón. Siguió sacando cosas mientras sacudía con un pañito rosado con los orillos de encaje: documentos personales, boletas de grado, las zapatillas nacaradas Luis XV  que se puso en su graduación de Maestra Normalista para Educación Urbana, la primera muñeca de trapo que le hizo su mamá, una cajita de música con una bailarina vestida en tul blanco... le dio cuerda y recordó a Victorino, su amigo del alma, quien se la había obsequiado cuando cumplió quince años. 

Todo se desbordó en ese instante mientras sonreía al compás de los recuerdos: las caminatas por la colina, las conversaciones a la orilla del riachuelo, sentados sobre un gran tronco seco... y empezó la formulación de incógnitas: ¿Donde estará ahora?, ¿Que será de su vida?, ¿Porqué se descuidaron e interrumpieron la comunicación constante?, ¿Porqué la vida separa y cuando menos lo esperamos brota la nostalgia como los pimpollos  en las ramas?, ¿Estará casado?, ¿Cuantos hijos tendrá?, y lo mas inquietante: ¿Estará vivo?, ¿Seguirá siendo tímido?, se que me amaba y nunca se atrevió a decírmelo, por eso, me desencanté y le hice un desaire para que se decidiera a declararse o tomara las de villadiego. Se que actué mal pero estaba enojada, ¿como declararme yo sin en esa época para la mujer todo estaba vetado y era mal visto porque se violaban los principios y valores?

Sus pensamientos se interrumpieron bruscamente, al oír la corneta de un automóvil que se aproximaba a su esplendida casa, se asomó por los altos ventanales y al verificar que se estacionaba, bajo aceleradamente las escaleras y observaba curiosamente a un señor que se acercaba lentamente y como creía no conocerlo, se preguntaba: ¿quién será?....

La inesperada visita, al acercarse a la puerta de entrada de la casa, no alcanzó a tocar el timbre, pues la puerta se abrió de par en par, y la figura de una bella dama iluminó sus ojos...

    -Buenos días... ¿A quién busca señor....?
    -A la quinceañera a la cual le regalé una cajita de música, quizás me recuerda...
Berenice dudó al dar crédito a sus oídos, su asombro fue tal que sintió que le faltaba el aire, no podía ser cierto...pegó un grito...
   -¡¡¡¡Victorino!!!!- y se abalanzó sobre él abranzándolo con un cariño conservado por años.
    -Mi dulce y querida Berenice, estás más bella que entonces...oh...cuanto te extrañe...
Pasaron unos instantes, y entre preguntas y asombros, ambos entraron en la casa.
    -Ven conmigo a la cocina, preparé algo para tomar y allí charlaremos, sígueme...

Mientras la ama de casa empezó a ocuparse de un pequeño refrigerio, Victorino le comentó que desde ya tiempo, unos diez años, a causa de una destacable herencia, decidió recorrer el mundo.

    -¿Una herencia? ¿Es posible saber de quien?
   -Por supuesto, ello ocurrió con la muerte de la tía Jacinta, solterona, y de unos ochenta años; por esas cosas, de tanto en tanto, cuando era chico y también en mi juventud, la visitaba dos o tres veces al año; me encantaba charlar con ella, en especial sobre su empresa naviera, me mostraba fotos de sus barcos...en fin, siempre disfrutaba de aquellas visitas; con el tiempo me enteré que fuí el único sobrino que lo hacía. Un cierto día, su larga y solitaria vida, llegó a su fin. Y como ya te lo estás imaginando, en su testamento dejo muy bien detallado el monto de dinero que me otorgaba. Como te anticipé, la cifra era de varios ceros.
   -Que suerte la tuya... ¿puedo preguntar qué hiciste con tanto dinero?, o quizás sea indiscreción...
   -No, por favor, estamos entre amigos, ¿verdad?, y por lo tanto no existen los secretos; sigo contando...entonces estaba cursando el último año de Literatura y apenas recibí el anhelado título, compré pasaje a Francia y allí comencé mi gira internacional.
   -¿Porqué dices internacional, visitaste muchos países?
   -Si, más de los que puedas imaginar, con decirte que estuve girando, cerca de cuatros años, a lo largo y a lo ancho de nuestro fantástico mundo.
   -¡Increíble!, bueno bueno, por lo visto tienes mucho que contarme. Mientras empiezas, prepararé algo de comer, ¿te parece?
   -Si, me parece buena idea porque así extenderemos esta interesante charla. Sabes como me gustaba  conversar contigo y reírnos de nuestras ocurrencias.

Victorino  la observaba detenidamente sin que ella lo percibiera porque estaba  de espaldas  preparando la merienda, y sus pensamientos vagaban por doquier.
Ella, se sentía nerviosa, alegre y emocionada por tan grata sorpresa. Habían cambiado tantas cosas durante ese tiempo sin verse ni comunicarse. La vida gira y cambia constantemente, tenemos muchas amistades, unas permanecen hasta la muerte y otras, como la de él, se esfuman un día cualquiera ignorando si habrá un futuro reencuentro.
Hubo un largo silencio acompasado por un fondo musical de Marradi que alcanzó brusca interrupción al aparecer en la cocina  una hermosa niña pidiendo galletas.
Él la miró con ternura y preguntó...

   -¿Quien es esta hermosa niña?
Ella respondió: -¡Oh... es mía!

Victorino asombrado, se turbó todo. En su mente surgieron incógnitas que deseaba despejar de inmediato. Aún no había salido de su asombro, cuando ella agregó...

    -¿Que te parece mi niña?....
    -Veremos, veremos- y dirigiéndose a la niña dijo...
    -¿Puedo saber tu nombre?
    -Si, me llamo Coral, porque me gusta mucho el mar, y vos ¿como te llamas?
    -Victorino, ¿te agrada mi nombre?
    -Es un nombre raro, ¿vos lo elegiste?
    -No, fue mi padre, pero te diré que tampoco a mi me gusta mucho, pero...
    -¿Querés que te elija uno mas lindo?
    -De acuerdo, ¿qué se te ocurre?
    -Antes tengo que saber que te animal te gusta.
    -Te diré que me gustan mucho los pájaros y en especial las palomas.
    -Entonces...ya está, puedes llamarte Palomo, ¿te gusta?
    -Me encanta, si, si, me lo quedo, gracias.

  Berenice deseaba continuar la conversación con su amigo y le da unas galletas a su hija, quien, sonriendo, se va para el interior de la casa.
Victorino no sabe como encarar la situación planteada, no obstante reconoce que debe hacer la pregunta que arde preguntar, opta por ser discreto.

    -Que desenvuelta tu hija, sin duda sale a la madre...
    -Yo diría que es muy parecida a su padre, sabes que yo soy más bien temerosa y más que más con extraños. Bueno, aquí tienes uno rico queso y unas rodajas de pan casero, espero que te gusten...
    -Pan casero y queso, que mejor comida, ya se me hace agua a la boca..., pero dime, ¿cuantos años tiene la niñita?
    -Veo que te quedaste encantado con ella, la verdad que es un amor, y con sus escasos cinco añitos da luz a toda la casa y a mi vida por supuesto.
    -Noto cierta tristeza en tus ojos, quizás...
    -Si...después que Ronaldo, su padre, nos abandonó, juntitas y muy unidas, afrontamos solitas todas las cosas, ahhhh...
    -Opa, me arrepiento el ser tan entrometido, cuanto lamento haberte molestado y ponerte así.
    -No, no hay problema, tarde o temprano, tendría que habértelo comentado, mejor así...bueno, me prometiste que me contarías sobre tus viajes por el mundo, soy todo oído...


Segunda parte

Con lujo de detalles, Victorino relató su experiencia como maestro rural, en un pueblito alejado en Normandía, en Francia; su romance pasional con una joven preciosa en Torre Molinos, en España; su curso de Historia del Renacimiento en Venecia; los más que interesantes paseos por Grecia con un amigo de aventuras que lo conoció visitando el Partenón, con quien recorrió varias semanas ese esplendido país. También la asombró al relatarle sobre su larga estadía en Tailandia, donde casi casi pasó a mejor vida, a causa de un accidente paseando en moto y...

    -Pará, pará, no corras tanto con tus anécdotas, no alcanzo a captar todos los detalles, esto es demasiado...tanto tiempo, tantos lugares, tantas vivencias, deberías recopilar todo escribiendo un libro, ¿no lo pensaste?
    -No creo que pueda interesar a muchos mis viajes, ¿te parece buena idea?
    - Me parece una excelente idea porque ello desarrolla la imaginación y permite que una también viaje a través de la lectura, las imágenes. En realidad, tienes mucha suerte, bueno...y dinero, jejeje... porque para viajar tanto hay que tener las dos cosas.  Yo en cambio, sigo enclaustrada en este sitio, viviendo el presente, recordando el pasado, lo bueno y malo que me ha ocurrido, superando el tremendo chasco que me lleve por eso de que ojos se ven pero corazones no. Mi vida es tranquila, armónica, reconfortante porque tengo esa hija tan bella que me llena de pucheros e ilusiones. Todo mi interés gira en torno a ella. Y tú... ¿tienes hijos?
    -No, ni siquiera me he casado, siempre libre y sin apuro. Aún no encontré mi media naranja; no se si ha sido culpa mía pero...así se han dado las cosas.
    -Siempre pensé que tendrías una familia con muchos chicos que revolotean por una casa grande...
    -Has visto, nada de eso, vivo en un departamento, sólo y sin ruido alguno, salvo la música de mi equipo sonoro.
    -¿Puedo hacerte un pregunta, un poco personal? Mientras esperaba respuesta. Berenice, dudó si habría exagerado un poco.
    -Adelante, pregunta, sin miedo alguno, ¿somos amigos, verdad?
    -Nada del otro mundo...sólo deseaba saber si has perdido las esperanzas, de encontrar quien te acompañe en tu vida...
    -Opa, opa...has tocado mi punto débil, ahora no me queda otra que confesarme; pues bien mi, te diré...he sido un soltero empedernido, amante de la libertad, sin ataduras ni compromisos. Pero ahora que empiezan a pasar los años encima, siento que algo me hace falta: el cariño y amor de una mujer, con las cuales, de paso, he sido muy selectivo. El amor llena, plena, se anhela, y como cosa curiosa, cuando lo añoro, pienso en ti, a pesar de los años sin vernos. Danzas en mi mente y ello me ha animado a venir a verte, ignorando con que me encontraría, al perder el contacto, sentí cierto temor pero me aventure y aquí me tienes...
    -¿Ello que significa?, ¿has regresado para ver como estoy?, ¿me has recordado siempre?, ¿ha prevalecido el símbolo de nuestra amistad?... y ahora que estas aquí, ¿que sientes?, ¿que piensas?, ¿qué te domina? Te voy hacer una confesión, siempre me gustaste, pero no te lo podía decir. Me emocionaban tus postales enviadas desde cualquier sitio que visitabas, con sus bellos mensajes con casi una declaración de amor y me confundías cuando me visitabas en tus vacaciones universitarias.  ¿Recuerdas?, nos sentábamos al frente de la casa en las sillas de cuero y conversábamos tanto pero nada decíamos de lo que sentíamos por dentro. Pensaba que a lo mejor considerabas que debería existir más tiempo para conocernos más y me empecé a desilusionar, me cansé de tu timidez y por eso te hice el desaire en aquel cumpleaños mio, el dieciocho, haciéndote creer que mi amigo Wilfredo era mi novio.
Recuerdo que te fuiste insofacto, en ese momento de ofuscación no aprecié si te hice daño verdaderamente; lo que si recuerdo es que no volviste nunca más y que me enviaste varias postales, incluso la última preguntando la razón de mi silencio, y no te conteste nada.
Cuando jóvenes somos impetuosos e ignoramos si de verdad herimos a los demás. Es al paso del tiempo y la acumulación de la experiencia, que vamos aprendiendo y cambiamos de actitud, tratando de aminorar por ejemplo, la imprudencia.
¿Quieres que te revele un secreto?... aun conservo tus ultimas postales, están entre mis hemerotecas, amarillentas, olorosas a naftalina...

Victorino, la observaba tranquilo y pensativamente y entonces rompió el silencio al ver que ella detenía su charla...

    -Debo ser sincero contigo,  nuestra vieja y latente amistad así lo exige, pues podría contarte un y mil motivos, pero.....hace unos días algo trabó mi mente, no supe explicarlo entonces...tu rostro alegre y juvenil ocupó de improviso mi mente, pensamientos revolotearon...- Mientras hablaba, medía sus palabras, no deseaba ser mal comprendido-, todo ocurrió durante una reunión en casa de unos amigos, charlábamos de distintos temas, sobre viajes y paseos que realizamos juntos, hasta que Juancho, mi gran amigo de aventuras, largo al aire un idea, que nos asombró a todos los allí presentes, nos proponía un zafarí al África, específicamente a Botsuana, pues allí tenía un amigo que se especializaba en organizar grupos para tal fin; estuvimos un rato emitiendo opiniones, tiempo del viaje, etc, etc; y desde aquélla reunión, no saliste de mi cabeza. Bueno, ahora, ya no es misterio, como ves todo tiene su explicación. Estoy aquí, frente a ti, y ansío escucharte, ¿que te parece la idea de acoplarte al grupo?
    -Sin pensarlo, te respondo en forma negativa. Aunque me gusta viajar, ahorita no estoy en condiciones, primeramente, porque no puedo dejar a mi hija, y ese viaje no es apropiado en caso de querer llevarla. Resume peligros al que no estoy dispuesta a someterla, aparte de las incomodidades que acarrearía para ambas. Así que me alegra mucho la idea de  tomarme en cuenta, de  pensarme,  de invitarme, pero ante tu decisión y vida peregrina se refleja tu gran felicidad en contraste con la intencionalidad de la mía que es tranquila, aferrada a mis raíces que puedo abandonar pero no por mucho tiempo.
    -Me suponía que tal sería tu respuesta, la comprendo, pero...no quise abandonar mi deseo, antes de explicarlo- el rostro de Victorino reflejaba una triste desilusión, no obstante trató de salir del paso. -perdóname que insista...tal vez existe la posibilidad de dejar a tu querida hijita al cuidado de su abuelita, ¿podría ser?, siempre y cuando tu desees hacerte esta escapadita aventurera...
    -Nunca me ha gustado dejar mi niña bajo la responsabilidad de otra persona, menos de la abuela que ya no está para esos trotes, pero pensándolo bien, allá está mi hermana menor quien tiene veinte años. Podría asomarla la inquietud a ver si como respuesta me da una posibilidad que me caería de perlas porque necesito de verdad un relax. Luego te aviso.

Después de llamar por teléfono a  su hermana y madre, supo que podía contar con ellas. Es más, se alegraron por la solicitud y noticia; y ello permitiría cambiar de actividad y entretenimiento por la  vida rutinaria que lleva  entregada solamente al trabajo y a su hija. A lo mejor ese cambio le sentaría bien en muchos sentidos. Entre dudas, susto, emoción, e inquietudes, llamó a Victorino.
Las manos le temblaban.

    -Alo, alo, ¿Victorino?
   -Si a la orden.
   -Soy Berenice...
   -Ahhh... si... ¡que grata sorpresa!, -silencio corto- ... ¿qué has decidido por fin?
   -Logré que mi madre y hermana se queden con la niña. Estoy dispuesta a viajar contigo.
   -Eso si que es un notición...- en su voz era posible sentir su entusiasmo- estoy más que contento, mi querida amiga, ¡¡la pasaremos a las mil maravillas!! Será un vivencia que nos permitirá conocernos un poco más, no salgo de mi asombro....si me vieras....estoy saltando de alegría....

La conversación duró un largo rato...intercambiaron preguntas, concretaron detalles. Ambos reconocieron que el destino les preparó este regalo y decidieron recibirlo con las manos abiertas.
El presente les brinda una óptima oportunidad y el futuro tiene la última palabra que seguramente, sera favorable como justo premio a tan larga espera.


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Autores
*Trina Mercedes Leé Montilla de Hidalgo (Venezuela)
*Beto Brom (Israel)

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*Registrado/Safecreative N°1601086202518
*Imagen de mi autoría (Beto)

*Música de fondo: Romántico For You/Giovanni Marradi

La superstición



Se escuchaba el taconeo de sus zapatos, en el silencio de la callecita desierta que atraviesa el pueblo Las Chircas. La gente desaparece a la caída del sol y son pocos los que se atreven a salir después de las ocho. Corre el rumor que después de esa hora andan vagando por las aceras seres extraños y luminosos que emiten voces que nadie comprende, como si fueran cantos o lamentos que se mezclan con aullidos de perros que ladran hasta el amanecer.

Esa noche Tamara decidió aclarar las cosas con Daniel... Calzó sus zapatos rojos, tomó su bolso amarillo y se dirigió a casa de su amante sin pensar que en el camino podía aguardarle alguna sorpresa... Debido a su juventud se sentía poderosa sin miedo a fábulas pueblerinas de las que alardeaba la gente del lugar.

Pero…al atravesar el pequeño puente de madera que cubría el río Centauro, que separaba el pueblo en dos idénticas mitades a semejanza de un sabrosa manzana, sintió unos pasos detrás suyo, bastantes cercanos que la obligaron a pararse y mirar hacia atrás…allí no había nada ni nadie. Prosiguió su marcha pero ahora a paso acelerado, sus nervios y quizás un poquitín de miedo sumados a su intención de encontrarse con su amado lo antes posible, convirtieron aquello en una especie de trote que perturbó el silencio nocturno que ya cubría todo el vecindario.

Mientras tanto, Daniel, ajeno a la inesperada llegada de Tamara, había decidido pasar una noche dedicada a la música, su predilecto hobby. Buscó en su extensa colección de disquetes y eligió disfrutar esa noche acompañado del maestro Beethoven.

La casa de Daniel se divisaba a lo lejos bajo el manto azulado de la noche estival. La 5ta. Sinfonía acompañaba al joven absorto en sus pensamientos buscando el modo de volver acercarse a ella para pedirle perdón por sus errores y prometerle que de ahora todo sería diferente... Se encontraba perdido sin ella y no supo cuánto la quería hasta que la perdió esa tarde cuando ella se enteró que había viajado a una isla del Pacífico con otra mujer... Ahora estaba solo, sin saber que su amada intentaba acercarse a su casa sin importarle correr riesgos y quería verlo...

Tamara había decido perdonarlo, pero al darse vuelta para ver quien la seguía se enfrenta a un caballero vestido muy formal, de fino aspecto y ademán delicado que se dirigió a ella con voz cautivante.

    - Señorita. no debería andar sola a estas horas por el pueblo. Existen rumores que el peligro asecha luego que oscurece, ¿Puedo saber hacia dónde se dirige?

Se encontraban en la mitad del puente frente a frente, la mirada del joven era fascinante... Tamara se sintió extrañada por la atracción que ejercía ese hombre misterioso que la hacía temblar, pero no sentía miedo... Detrás del hombre el viento traía el murmullo de las hojas de los árboles y tal vez de eso se trataban las voces que decían oírse. Tamara no podía expresar palabra alguna mientras el hombre con su penetrante mirada le pregunta su nombre permaneciendo en medio del puente sin avanzar hacia ningún lugar eran dos figuras delineadas por la luz de la luna... El aroma delicioso de la noche los cubría... Y las luces de las cuales todos temían en el pueblo no se trataba mas que de estrellas errantes que en esa zona austral eran de origen de la naturaleza lo que había iniciado la fábula pueblerina que sus pobladores transmitían de generación en generación.

Lo que en un primer momento lo tomó como un regalo del cielo, un sueño quizás, rápidamente se transformó en una horrible pesadilla, no era un sueño, era algo real…recapacitó, un hombre trataba de obstaculizar su camino…

    -Estoy apurada, no me siento a gusto en esta noche sombría…además no lo conozco, detesto conversar con extraños, déjeme tranquila me está molestando…

    -Mi intención es ayudarla, no me mal interprete, confíe en mí, sería incapaz de hacerle daño alguno, sólo deseo acompañarla, ¿me lo permite?

La duda, pasó a convertirse en miedo, y éste aumentaba…la joven emprendió una carrera desenfrenada con rumbo al final del puente, unos escasos metros y lograría su cometido…pero el supuesto galante no desistió y en pocos pasos la alcanzó, la sujetó por detrás, ella trató de zafarse, la suerte le jugó sucio…y al forcejear inclinó su cabeza que golpeó contra la baranda del puente y cayó.

 
Se despertó en los brazos del desconocido... de su rostro emanaba un brillo que la traspasaba... encandilada entre luces de estrellas fugaces que tanto temían en el pueblo, comprendió que todo lo que temían era verdad.

    -No te inquietes Tamara... ¿Quién era ese desconocido que como ella se había atrevido a salir esa noche y la conocía? ¿O acaso era uno de los personajes que atemorizaba al pueblo?...
    -No dejes de mirarme, le repetía...

A no muy lejos del lugar sonaba la música en casa de Daniel sin imaginar lo que estaba sucediendo a escasos metros.

Tamara entrecerrando los ojos se dejó llevar por la voz del desconocido. Las luces centelleantes se hicieron más nítidas y de pronto una luz más grande los encandiló de tal modo y la dejó inconsciente...


Eran las diez de la mañana cuando Daniel sale rumbo a la facultad y preso de la angustia observa al borde del puente una multitud señalando dentro de un círculo inmenso, sobre el pasto quemado, los zapatos rojos y la cartera amarilla de Tamara... el murmullo de las voces angustiadas repitiendo que la noche anterior la habían visto salir de su casa después de las ocho…



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Autores

Lilian Viacava (Uruguay)

Beto Brom (Israel)




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*Registrado/Safecreative N°1703221205993

*Imagen de la Web c/anexo de texto

lunes, 15 de mayo de 2017

Encontrando huellas





    -Siempre corres, cuál es tu apuro jovencita, el mundo tiene para rato, el que se apresura tiene más posibilidades de equivocarse, aminora el paso, ¿o es que quieres llevarte todo por delante? Escucha de tu padre, tiene experiencia, ¿no dice ello nada para ti?

    -¡Si padre bastante me dice! ¿Frenar? ¿Oxidarme esperando madurar? Amoroso padre mío, sé que te guía el amor, las ganas que no tropiece o me desintegre en el afán de experimentar. Se de tu amor por mí, pero no basta, necesito desarrollar mis propias herramientas, conocer mis debilidades, saber de mis virtudes. ¿Fracasar? es el precio del aprendizaje, ¡si tengo muchos significa que al menos esas veces algo intenté! La experiencia es personal, única, la tuya no necesariamente me sirve a mi...oh padre... ¡Tus comentarios ponen frenos a mis ganas por favor, me limitas, me conviertes en alguien que parece no poder pensar o diseñar su propia vida!

    -Te aconsejo no correr, dulce niña, no detenerte, al contrario, es más, nunca es positivo interrumpir la continuidad de la marcha, sólo pido cautela, no estampidas desenfrenadas, pues de ocurrir una caída, el resultado podría ser significativo y el dolor insoportable. Y es ello lo que deseo evitarte. Dices necesitar tus propias experiencias, ¡¡¡bravo!!! Estimulo tal aspiración, no obstante me pregunto ¿de que servirán las mías, si tú, ni las quieres mirar?

    -Padre mío ¿y si usaras la palabra te sugiero y no te aconsejo?, quizás sea esto lo que me espanta y me revela, me suena a sentencia irrevocable.

    -El término no cambiará mi única intención. Podría decir te advierto, como también te oriento, asesoro, pero la verdad es una, me siento en la necesidad de guiarte, y ello no debes entenderlo ni sentirlo como una espada sobre tu frágil cabecita, y menos que menos una carga que te impida crecer y ser tu misma.

    ¡Shhhhhhhhhhh! ¡Padre no entiendes! ¿Te das cuenta? adviertes, señalas, asesoras y más lejos  dices guiarlas... ¡Por favor, mírame pero sin que yo lo note! ¡Muéstrame sin sentir tus ojos sobre mis espaldas, tu visión sobre mi futuro! ¡¡¡Entiéndeme sin darme un responso cada vez!!!

    -Hijita mía, sí que entiendo, por supuesto que comprendo, no es necesario que hables, percibo tus pensamientos, te conozco cuando con dificultad balbuceabas, eres tú la que no quieres entrar en razones, y también ello es lógico, eres joven, y sientes esa fuerza interior que te insinúa, ínsita a salir adelante, y en la forma que sólo tú crees verdadera. Escucha tus palabras, deseas que te abra el camino, sin notar mi presencia, que alumbre el sendero, sin percatarte de mí luz. Aayyy, ayyy, mi pequeña, quieres llegar tan alto, sin subir peldaño a peldaño...

    -Necesito probar mis alas, libar del néctar de la vida y también dañar mis rodillas con los golpes. ¿Cómo podré valorar la felicidad, la salud, si desconozco el dolor y la enfermedad? Quiero si, fortalecerme y me parece que solo  en la experimentación voy a encontrarla y encontrarme. ¿Lo que es bueno para vos, necesariamente lo será para mí? Necesito conocer  la templanza en los sentimientos, la amplitud y solidez de  discernimiento, quiero saber de qué soy capaz. Por favor no recorras por mí el sendero...déjame probar sin antes señalarme las dificultades. Necesito saber de qué y como soy capaz.

    -Tu eres capaz de todo, se firme en tu posición, manteen siempre en alto tu frente; es posible y valedero tropezar, aunque te lastimes al caer. No me pidas ignorar tu dolor, es el mío, eres de mi sangre, te traje a este mundo, soy responsable y orgulloso de ello. Abre tus alas, bien amplias y fuertes, mi soplo será el viento que te ayudará a levantar vuelo.

    -Emocionada recibo tu respuesta "Abre tus alas, bien amplias y fuertes, mi soplo será el viento que te ayudará a levantar vuelo”, de eso se trata, mi amado padre, que allí estés presente y sutil, despierto y amoroso. ¡Gracias por darme el regalo de existir y crecer en libertad!


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*Hija: María de los Angeles Roccato (Argentina)
*Padre: Beto Brom (Israel)

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*Registrado/Safecreative N°1205141636609

*Imagen de la Web c/texto anexado

El tiempo pasa...el amor queda


*Hasta que punto el raciocinio del hombre es capaz de centralizar todos sus deseos para llegar a expresar frente a una mujer el: te quiero
Su orgullo varonil entra en juego, el instinto de la procreación, el anhelo de continuar existiendo a través del tiempo, el miedo a la soledad, la necesidad de compartir; cuántos parámetros se concentran en esta dos indefensas palabras


*¿Toda esta marejada juega en la mente del hombre?
¡vaya! ahora empiezo a comprender porque muchas veces lo dice de golpe, sonriente o mordiendo los labios. Comparto entonces la expresión de "indefensas palabras"....jajajaja...esto promete ser profundo, divertido y con interesante intercambio....


*No es de mi gusto ese tono de mofa en tu decir, creí, y por lo visto me equivoqué, al pensar que podríamos conversar con altura, aunque difieran nuestra formas de pensar.
¿Es posible evitar herir o no conoces otra forma de refutar opiniones?

*¡Cuanta susceptibilidad, mi buen amigo poeta!¿sabes soy argentina ? ¡corre por mis venas, la teatralidad y el dramatismo...! a buen decir de otros poetas.Aclarado,me propongo ser mas cuidadosa al respecto.Quiero saber...indagar...me seduce la idea de navegar en las aguas emocionales del sexo masculino...

*Todo hombre, frente a una mujer, es capaz de perder sus escrúpulos, aceptando, no obstante, los consabidos si, no, tal vez, trillados, pero por cortesía los sabe disculpar y no es relevante su argentinismo, ante todo es mujer, y ello es lo que cuenta.
El hombre pone sobre la mesa todas sus cartas, al pronunciar aquellas dos trascendentales palabras y la espera de la respuesta carcome sus instintos.

*Descubro en esta respuesta, compleja textura. Sin ánimo de ofenderle ni modificar la brisa suave, que trae aroma a jazmines.Me animo...y con humildad pregunto lo que a mi corazón alarma cuando dice..."es capaz de perder sus escrúpulos"...hum...Cierro los ojos, miro hacia las aguas agitadas de mi corazón y me pregunto... ¿hasta dónde será capaz? ¿cuál es el límite? impaciente espero me tire un "ganchillo" para llegar a desenredar el ovillo...


*Para conquistar el amor de una mujer el hombre no tiene límites, concentra todas sus armas y artimañas para conseguir su presa. Es más, no permitirá la concurrencia de contrincantes, él se considera rey y único, detrás el diluvio. La fragilidad de la mujer es un imán que atrae sus sentidos, y los utiliza todos y en forma simultanea, con tal de escuchar de aquellos labios el si requerido.

*¿Como una "empresa de vida o muerte"? ¿Escaramuzas viscerales? ¿Machismo? ¿Temor? ¿Ego? Anhelo que las preguntas no le resulten ofensivas ni molestas, pues solo pretendo llegar a entender y mantener el "encantamiento" que me invade mientras transito milímetro a milímetro el hilo que hasta el centro de la madeja me lleva....


*Considero que es posible asemejarlo a una reacción inconsciente, en la cual se ponen de manifiesto la esencia misma de su función como único responsable de la conservación de la especie. Y para lograrlo, se transforma de una masa de fuerza y tenacidad, a un capullo de algodón, con tal de llegar a su meta, doblegar a su compañera.
¡Cuan débiles resultamos, en aquellos instantes, frente a los ojos de una mujer!

*Hay algunas palabras que aun resuenan en mi mente…pero en fin, es bueno saber que un hombre para conseguir el si, despliega un arsenal de estrategias. La mujer cuando “juega”o”fluctúa”, lo hace para sopesar a ese “pretendiente”, que la hará mujer y madre. Evalúa como “hembra”, el futuro de sus cachorros. Sabe del peso de su decisión en la conservación de la especie. Analiza el ambiente que podrá crear con ese hombre, que muchas veces juzga solo por la impronta de “doblegar o poseer”.
No es fácil para una mujer balancear entre los sentimientos que la invaden y el proyecto de futuro que vislumbra.


*Interpreto que la disyuntiva es una coordinada resultante de un determinador común para ambos sexos. El tiempo sufre las inclimencias de las épocas, de las modas, de las diferentes innovaciones del progreso, no obstante, el encuentro entre la mujer y el hombre, se mantiene fiel y responde a ese instinto inamovible, el amor.



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Mujer: María de los Angeles Roccato (Argentina)

Hombre: Beto Brom (Israel)

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*Registrado/Safecreative N°1205141636623
*Imagen de la Web c/texto agregado
*Música de fondo: PAGANINI/Caprice N°24

El pasado vuelve



Se levantó más temprano que de costumbre, no obstante le agrada gozar el calorcito de las suaves frazadas y dejar libre su pensamiento en esos momentos de modorra o mejor dicho de "mimosearse a sí misma"; algo la casi obligó a salir de la cama, calzó sus preciosas pantuflas, regalo de su mami, en el último cumpleaños, ese que no se alegró mucho de festejarlo, pues le anunciaba que había cambiado de decena, y quisiera o no, ya estaba en la tercera.

Sí, un ruido raro... pareciera venir del salón...al salir de la habitación, el ruido cesó, encendió la lámpara del pasillo y lentamente fue al salón, y allí se encontró con un enmascarado que trataba de escapar por el ventanal que daba al jardín...el susto junto a la sorpresa de ambos, los dejaron quietos, sin saber lo que hacer...

   -No se asuste, no robé nada, ya me voy...
   -¿Quién eres...que haces en mi casa?... ¿Si no viniste a robar para que estás aquí?- mientras hablaba los dientes le tiritaban del miedo.
El sorprendido intruso, al ser descubierto, trató de huir, pero dio un mal paso y cayó al enredarse con el grueso cortinado.

Betty, aprovechó el desliz...corrió hasta su celular para solicitar ayuda...

   -No señorita, no llame a la policía, ¡¡POR FAVOR!! No robé nada, repito, no hice ningún daño, perdóneme- mientras expresaba esas palabras, trató de incorporarse, pero no lo logró pues la dueña de casa le arrojó el florero que estaba sobre la mesa, y con tan buena puntería que cayó justito sobre su cabeza, y en dicho momento, perdió el conocimiento.
Betty asustada miró como brotaba un hilito incesante de sangre de la cabeza del intruso, atemorizada no acertaba a pensar claramente tenía nervios, miedo, y una sensación de escalofrió recorrió su cuerpo, olvido la llamada por teléfono, que minutos antes intentaba hacer, y rápidamente corrió a su clóset donde solía guardar algunos medicamentos y enseres para primeros auxilios, tomó agua oxigenada, vendas, jabón, alcohol, y tela adhesiva...cogió con miedo la cabeza del intruso y observó sus facciones bellas, casi infantiles de aquel mozalbete... algo de sus recuerdos juveniles se movió, en su mente aparecieron ante sus ojos sus padres rígidos, severos e irracionales.¿ por qué no le había permitido hacer las cosas bien con su novio Arturo?

Ese joven que antes miedo le había dado... se parecía mucho a un novio antiguo...y además...de repente el joven se empezó a incorporar e intento levantarse...y enfadada le dijo: ¿Oye quién eres? y el chico dijo asustado…-¿Dónde estoy?- al tiempo que se frotaba la cabeza...

Betty se asombró de la reacción del joven ladrón; pensó sobre la posibilidad de que el golpe recibido por el jarrón haya ocasionado la pérdida de la memoria, pero estos pensamientos poco duraron y quiso convencerse de que todo era producto de un ardid del asaltante para evitar posibles y nada agradables consecuencias si es que ella decidiera llamar a la policía, para que aclare el asunto.
   -Escúchame, ladronzuelo barato, termina de una vez con este teatro, no creo tu escena de la perdida de la memoria, pues entonces, me dices quien eres, y porqué asaltaste mi domicilio, rápido o en su defecto llamaré a la policía, y ellos ya sabrán cómo tratarte, no pretenderás que pierda más tiempo contigo, ¡¡mequetrefe!!
   -No le miento, ¡por favor créame!...no recuerdo nada, no sé quién soy, ¿Qué tengo que hacer para que me crea?

Nuevamente Betty sintió un vértigo en el estómago, aquel chico de escasos diez y seis años se parecía a...no, no puede ser…
Ella sentía algo por aquel joven, aún no entendía por qué le resultaba tan familiar. Su tez blanca, y su pelo...le recordaba al de Arturo, aquel muchacho que un día finalmente se acercó a ella y tímidamente deposito un beso en sus mejilla.



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Era un mañana fresca, clara y calurosas del mes de abril cuando al encaminarse a la escuela, Arturo la abordó, y sin más le estampó un beso dulce en sus mejillas.
Ella se ruborizó y a partir de aquel momento, siempre salían juntos.
Hasta que un día sintieron el amor inmenso al unirse los dos, pero él era solo un estudiante y ella, una chica de familia muy estricta. Muy pronto se dieron cuenta que, ella estaba perdiendo su delgada figura y temerosa de enfrentar a su familia, mintió argumentando que debía ir a otro pueblo a terminar sus estudios...allá nuevamente se encontró con Arturo, y un día esplendoroso tuvieron un hermoso niño; pero sus padres llegaron un día a la escuela donde dijo ella que estudiaba, y descubrieron que nunca había entrado a clases, investigaron y sus sueños felices se vinieron abajo... Ella regresó a casa y para evitar comentarios mordaces, dieron en adopción a su hijo. Betty procuraba investigar a donde se había ido su hijo, pero nunca lo supo, y Arturo también desapareció de su vida... sus padres se habían marchado con otra hermana y ella en su soledad los recuerdos le mordían al alma ahora este joven de tez blanca y joven se parecía a...su antiguo novio.

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La voz del joven la volvió en sí:

   -¿Señorita le sucede algo? ¿La puedo ayudar?

Betty lo miró con lágrimas en los ojos y tiernamente lo abrazó y tomándolo de la barbilla le dijo:

   -Estoy mejor que nunca… ¡ven vamos a curarte!, ¡te llevaré al hospital!

Así decía al tiempo que una sonrisa aparecía en su cara y en sus ojos una chispa de alegría radiante de volver a empezar...


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Autores:

Celeste Hernandez Hernandez (México)

Beto Brom (Israel)




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