-Tenemos que hablar, ¿no te parece?, es
ridículo alargar mi suplicio y tu silencio. No considero posible continuar esta
farsa; como hombre herido, pues así me siento, exijo aunque más no sea, una
palabra de reconocimiento.
-Espera,
conozco tu juego "debemos hablar”. ¡Tantas veces lo intenté y siempre tu
pretexto fue que estabas cansado, que no era el momento! Ahora no es mi momento
debo terminar estos escarpines para
nuestra nieta que espera su tercer bebé. Quizás no hayas dormido bien, sentí
sobre mis pies el peso de Pipo que me impedía moverme lo mismo pudo afectarte.
No percibo rasguños ni moretones en tu cuerpo, no entiendo de qué heridas me
hablas. Disculpa amor he dejado la comida en el fuego y puede quemarse.
Ah... cuando regrese espero tengas respuestas.
-Las heridas
o mascullones no fueron sobre mi piel, por lo tanto no quedaron huellas
visibles, los sentimientos reciben golpes, soportan embestidas, y hoy son
profundas cicatrices. No entiendes, dices; el tiempo, fiel amigo, llegó en tu
ayuda, permitiendo eliminar de tu mente, lo que en aquellos días tu corazón
dictaminó. A tal punto pretendes insinuar que nada pasó.
-¡No!, creo
que interpretas mal a sabiendas. No digo que nada ocurrió, digo que tengo que
tejer pues el nacimiento se avecina, hacer la comida, ir a gimnasia e ir a
tomar el té con mis amigas. No niego, sino que no entiendo cuál es tu planteo...
¡hace tanto que no hablamos que a veces siento que solo somos fantasmas que nadie quiso poner en la tumba.
Pues, llegó el momento, hablemos...tienes la palabra, escucharé sin interrumpirte,
soy todo oídos.
-Me pides
que hable y veo en tu actitud y en el timbre de tu voz la exigencia. ¿Qué
pasaría si a las momias (que es como me siento), el descubridor le susurrara al oído: cuéntame de tus
experiencias pasadas amores y alegrías? Debieras saber que cada cosa tiene su tiempo y espacio que
muchos cataclismos de segundos y semanas han sepultado aquellas preguntas o
incógnitas que quizás hoy ya no valga la pena desenterrar. Además el tiempo
puede ser como dices, aliado o verdugo como digo yo. Sinceramente te he hablado
de lo que hoy me preocupa y ocupa. Mis nietos, la casa, la salud, lo demás he
cerrado el libro de quejas mías y ajenas.
-Ahaaaa,
resulta que ahora te convertiste en momia, excelente camuflaje, reconozco que
me impresionas cada vez más. Y si, es como dice el refrán: °El lobo sabe por
viejo más que por lobo°. O sea que todo quedó enterrado en tus secretas
pirámides del adulterio. Hoy tienes otras "preocupaciones". No, mi querida, lo mío ya dejó de ser queja,
ni siquiera es molestia, es sólo una sensación de compasión por ti, por todos
los años vividos bajo un mismo techo, pero no juntos.
-¡Jajajajaja!
Me gusta el ropaje literario de tu respuesta.
¡Si! momia incluyendo pirámide y desierto, ¿adulterio? ¿Llamas adulterio a querer ser admirada,
atendida y contenida en los momentos
difíciles? Te equivocas pues ante las reiteradas formas de encerrarte en las
cavernas del trabajo desde donde emergías cansado, malhumorado tuve que
recurrir a fabricarme un romance. Tejí con laboriosidad artesanal un idilio
donde no faltaron las flores la admiración ni la pasión. Por supuesto me alejé
de esa realidad asfixiante y gris que me entregabas. Fui vistiendo a mi amado imaginario de color, delirios y
aventuras compartidas. Bastaba aislarme en la habitación o el jardín para hacer
de la fantasía una realidad excitante. Con él viajé a países ignotos, dancé
entre nubes, conocí el universo atrapado
en cada gota de rocío, la sangre
volvió a crepitar bajo la piel. Fue tal
la dimensión, que lo empecé a volcar en interminables y exquisitos
escritos...era su heroína y él mi caballero encantado que viajaba en alado
corcel, trascendiendo el rumor
cotidiano, encendiendo mi alma con sus
versos y su destreza de amante. Me protegía con el escudo de ternura y permitía
que mis alas crecieran... ¿a eso llamas adulterio?
-Siempre has
tenido la maestría de saber engatusar con bellas y medidas palabras a todo
aquel que se acerca a tu reinado. Yo lo considero desfachatez, tienes el coraje
de encubrir tu fechoría, pues esa es la cruda verdad, queriendo envolver tus
deshonestos actos, con un manto de mujer desgraciada, abandonada por un
desalmado sin corazón. Trabajar de sol a sol, tu bien lo sabes, lograr mantener
una familia en un nivel alto, conseguir para todos los integrantes de esta
casa, que nunca fue hogar, un buen pasar, y recibir en cambio una vil acusación
de la que se mostraba, frente a la sociedad, como una respetable mujer y
correcta esposa. ¡Se terminó la farsa, artista! La obra llegó a su
término...bajó el telón y junto a él, tu máscara. Sé valiente y reconoce tu
error, tu mentira, tu engaño.
-Estas tan
enojado que la rabia no te permite ver. Me percibes como una hechicera
magistral en el arte del embuste ocultándome bajo máscaras. Quizás tengas
razón, pues muchas veces las usé para
tapar mi rostro bañado en lágrimas y surcado por gestos de ansiedad y
desencanto ante tu indiferencia. Tú bajas el telón, yo te entrego lo que creo
es la obra más creativa de mi vida, estos manuscritos donde puedes comprobar
que solo fui adúltera en los papeles.
Además, el
bienestar económico no es suficiente para
honrar la vida, convertirla en poesía
y hacer de cada momento un manantial de amor y cultivar de alas para
surcar el infinito. No puedo reconocer algo que nunca hice, ni llenar como en una
planilla de Axel, los casilleros que
previamente has configurado. Acciona como creas conveniente. Nunca me has
conocido ni te conozco y es probable que nunca nos tomamos el tiempo para hacerlo. Al salir apaga la luz, ya no hay
protagonistas, público ni acomodadores.
-Hablando se
entienden las personas, y por lo visto, estamos logrando sacar los trapitos al
sol; reconoces, ¡gran adelanto!, que no me conoces, e inclusive aseguras que yo
tampoco a ti, lo cual no te impide ofrecerme un testamento de tu embuste, o
como tú lo llamas: la Razón de mi Vida. ¿Qué valor tienen garabatos escritos,
sentimientos dibujados o pseudo-éxtasis descriptos? La invitación a retirarme del escenario, es
lo más cercano a la sinceridad que han pronunciado tus labios. Aprovecharé este
momento de lucidez dentro de tu maraña de obscuridad.
-¡Guau! Reconozco que hasta hoy no conocía esa veta
intensa, profunda y lúdica de tu existir. Se me ocurre en este precioso instante
y que quizás resulte revitalizante para nuestras vidas ¿nos dedicamos a
escribir duetos?
-También
aquí desciento contigo, creí que aceptaste dejar a un lado las máscaras. y
compruebo que las cambiaste por un tono socarrón, casi de mofa, al invitarme a
convertir esta charla en un enfrentamiento literario, rubro en el cual eres
especialista. De más está decir, que rehúso entrar en tus maliciosas
jugarretas, y es más, desde ahora bailaré al compás de mi música, en esta casa
o si así lo deseas fuera de ella. No te apresures a responder, saldré y cerraré
la puerta del lado de afuera.
-¿Sabes?
vuelves a ser el niño caprichoso y lleno de ímpetu que conocí y del cual me enamoré y aun lo estoy. Alabo
que bailes tu propia música pues yo también lo hago, desde ese punto, podríamos
intentar sincronizarnos nuevamente. Mi querido esposo, mi siempre amado compañero, creo que es tiempo si, de cambiar rumbo, creo
que la madurez ha tocado a nuestra puerta. Me gusta la relación que haces con
los naipes. Sí, es cierto la vida es cambio, por favor no tomes tan a la
tremenda, quiero ser feliz, quisiera que nuestra vida no fuera un nudo de
quejas, paso de facturas, de veladas ironías. No me burlo, solo busco la forma
noble y sincera de que nos mostremos. Que juntos aprendamos a disfrutar, a reír
barriendo los nubarrones que antaño ahogaron nuestra confianza y fe. Todo lo
que te he mostrado es cierto, solo un hombre ha conocido mi piel y mis
sentimientos, te repito, lo otro fue solo lo que mi imaginación necesitó para
seguir transitando esta vida que la vivenciaba gris y hostil. Antes de partir,
espera, léeme de nuevo, seguro
encontrarás la verdad, ese es mi profundo sentimiento.
-Tarde,
mujer...mucha agua ha pasado por debajo del puente, como lo expresa el dicho
popular, y yo agregaría que, cada vez que miramos el río, son otras aguas las
que observamos. Aquí, no es cuestión de naipes, es más, no es un juego, muy por
el contrario. Tormentas y tempestades, no obstante son fenómenos naturales y
pasajeros, no son siquiera semejantes a nuestra vida. Olvídate de aquel niño,
que creíste comprar con golosinas de encanto pero llenas de fantasía, que
construyeron castillos de arena, y que, con tus idas y venidas, lograste
desmoronar, sin dejar vestigios siquiera. Propones como último estertor, que
relea tus líneas para encontrar la verdad, no es necesario que busque la
verdad, ya la tengo, me acompañara en mi nuevo camino.
-Tuve la
esperanza de que me creyeras y que ambos
iniciaríamos una etapa distinta, desde las diferencias planteadas, pero en la
vida se gana y se pierde. Perdí al no ser comprendida pero ha servido para que
encuentres un nuevo camino lleno de esperanzas, eso me hace muy feliz. El telón
ha sido bajado, los aplausos, lágrimas o
risas han cesado. Solo queda el murmullo
del corazón emprendiendo un nuevo aprendizaje.
-No puedes
evitar salir airosa de todo confrontamiento, es más fuerte que tú. El
malabarismo, típico de tu carácter dominante e impulsivo, convierte toda
nuestra fracasada relación, en un continuo y lamentable martirio que te obligué
a padecer, según tus palabras. No obstante el escenario queda vacío, los
personajes ya en sus camarines, la ovación del público quedó impregnada en el
telón del teatro, tú, la última rezagada, confías en que quizás se repetirá la
función, tal vez con mayor éxito que la primera. En algo concuerdo contigo, la
esperanza es lo último que el hombre debe perder.
“””””””””””””
Ella: María de los Angeles Roccato (Argentina)
El: Beto Brom
(Israel)
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*Registrado-Safecreative N°1205291720722
*Imagen de la Web con anexo de texto
*Música de fondo: Brahms / Hungarian Dance N°1
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