CAPÍTULO I
MORGANA
RUMBO A BUENOS AIRES
Tan plomiza lucían las aguas del Río de la Plata que comprendí en ese instante el porque de mi melancolía y me vi inmersa en la nostalgia de la partida, dejando atrás mi pequeño país con forma de corazón al revés o patas para arriba como me dice Eugenio entre sonrisas.
Atrás quedaba la incertidumbre al cruzar el charco.
Ahora comenzaría una nueva etapa en esa gran metrópolis de ritmo vertiginoso y acelerado y me pregunto si tendré tiempo de extrañar el mar y la playa que me rodea en mi ciudad.
Desde la inauguración de la empresa fue todo un éxito, lo que impedía a Eugenio desatender sus intereses por lo cual decidí que lo mejor para ambos era que yo me trasladara a Buenos Aires al coincidir también con la interesante oferta que Editorial Sudamericana me hiciera para publicar mi próxima novela.
Luego de tomar un café y la compra de un perfume en el free-shop, el buque está arribando…
La mañana se ha despejado un clima cálido y el sol otoñal nos baña en la dársena 10… Recojo mi equipaje y rumbo a la salida del puerto me percato que Eugenio no ha venido a buscarme. Siento una punzada en mi pecho. Un mal presentimiento se apodera de mi cuando veo a Víctor que se dirige a mi encuentro y me dice:
- Morgana bienvenida a Buenos Aires - y me estrecha en un sostenido abrazo.
- ¿Dónde está Eugenio?- Le pregunto…
Se produce un hondo silencio mientras mis brazos caen al costado de mi cuerpo.
- ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde está Eugenio? - Repito alarmada…
Capítulo II
INESPERADA
SORPRESA
Yo, casi fuera de mis cabales, me dejo llevar hasta el banco, me siento pero sin aflojar mis nervios...
- ¡¡¡¡Quiero saber donde está Eugenio!!!!!..AHORA..
- Estábamos viajando en camino a una reunión muy importante y en una calle lateral, fuimos interceptados por una camioneta de la cual bajaron dos encapuchados provistos de sendas armas, abrieron la puerta del lado donde estaba sentado Eugenio, y sin emitir una sola palabra, lo sacaron del coche y lo arrastraron por la fuerza hasta introducirlo en la parte posterior de la camioneta; a los pocos instantes desaparecieron a toda velocidad, sin darme tiempo siquiera a anotar el número de patente.
-¿Qué? no puedo creerlo...me voy a volver loca...pero ¿¿¿porqué???, - salté y ya de pie, pregunto..
-¿Avisaste a la Policía, a alguien de la empresa?...tenemos que hacer algo...
-Espere, Morgana, espere que le sigo contando...A la hora, más o menos, sonó el móvil de Eugenio, que había quedado en el asiento del coche, abrí la comunicación y un tal Halcón me informó que exigen 10 mil dólares para liberarlo, y esperarán hasta 24 horas, caso contrario..
-Ohhhhh...me siento mal...
-Morgana ...¿qué le pasa?...¡¡¡¡AUXILIO!!!! un médico, auxilio...POR FAVOR!!!!!
Capítulo III
LAS
SORPRESAS CONTINÚAN
Al llegar a la habitación pedimos dos whisky sawer obviando la medicación que me habían suministrado minutos antes, cuando reanudamos la conversación.
Con el rostro impávido me dijo que su nombre no era Víctor, que se llamaba Rodolfo Estebanéz y era uno de los socios de Eugenio en la empresa.
Me resultó algo extraño porque era muy parecido a Víctor a quien solo lo conocía por Skype pero como todavía me encontraba confundida pensando que el whisky era lo que confabulaba en mi contra.
Cuando golpean a la puerta y antes de que yo pudiera decir nada, Rodolfo se apresura para abrir y hace pasar a una mujer alta y delgada de mirada aguda y labios finos que cuya misteriosa figura me hace sentir aterrada…
Rodolfo dice con un tono de voz nada amable:
-Natacha, ponle las esposas...
Capítulo IV
CONFABULACIÓN
Trato de abrir los ojos...la cabeza es un torbellino, me duele horrores...
-Cálmate, querida, estoy aquí, a tu lado, todo está bien....
Escucho la voz de Eugenio y doy vuelta la cabeza para verlo...veo todo borroso, no entiendo nada...
-Te repito, todo se solucionó...fue una jugarreta de unos mafiosos, ya estamos a salvo...lo más importante es saber que estás bien...
-¿De que me hablas?...explícame...
Capítulo V
CONCLUSIÓN
Un tumulto de policías y personal de seguridad se llevan esposados a los dos delincuentes.
Eugenio me cuenta que logró liberarse de un sótano lindero al hotel y avisó a la policía de inmediato para venir en mi busca. Víctor también había sido secuestrado en una quinta de las afueras de la ciudad de donde ya lo había logrado rescatar la policía.
Rodolfo Estevanéz era parte de un grupo que venía asolando la ciudad de Buenos Aires junto a sus cómplices, Natacha Romilova, y un tal Romanof que también se hacía llamar Halcón, quienes contaban con un profuso prontuario por este tipo de crímenes, supuestamente también involucrados en temas políticos. El plan de los malvivientes era pedir 10.000 dólares en un principio, por el secuestro de Eugenio pero al enterarse de mi llegada dicho plan tuvo sus variantes al saber que yo era la portadora de una nueva fórmula para la planta industrial de la Empresa con la que se obtendrían ganancias millonarias. Pensando en comercializar ese material habían subido el monto del rescate a 100.000 dólares por los tres.
Se retiran los médicos de emergencia, el panorama de la habitación era un caos total. El equipaje y la documentación estaban desparramados por toda la estancia, Eugenio se encarga de recoger mis ropas tomando mi pañuelo rojo llevándolo hacia su boca y lo besa, baja las cortinas y enciende una luz tenue.
Luego tendremos que ir a la dependencia policial para identificar a los secuestradores y realizar las correspondientes denuncias… Los abogados de la empresa irán para acompañarnos donde nos reuniremos también con Víctor.
Al fin todo ese horror ha pasado… Me siento segura al lado de Eugenio y pienso en la valentía que demostró al huír para tratar de salvarme de tremenda situación y salir ilesos.
Son las 6 de la tarde, ya casi pasó el día desde la partida de mi monótona y tranquila Montevideo con sus mansas playas acariciando el sosegado paisaje.
La calma ha vuelto en los brazos de Eugenio. Todavía restan dos horas antes de salir a la estación de policía. Nos abrazamos y nos besamos con ansiedad.
El horror que habíamos sentido al pensar que tal vez no nos volveríamos a ver nos había helado la sangre, pero ahora la sangre bullía en nuestras venas y en la respiración entrecortada por los besos nos hacía olvidarlo todo deseando que esos momentos no terminaran jamás.
Cierro los ojos y extiendo mi mano hacia la lámpara… En la oscuridad solo se percibe el suave movimiento de los cuerpos que se abrazan. El calor de la pasión entibia la habitación y el corazón se acelera.
De la calle se escucha el bullicio del trafico de la metrópolis… Mientras tanto… Eugenio y yo… Yo y Eugenio… Solo eso importa...
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Lilian Viacaba (Uruguay)
Beto Brom (Israel)
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*Registado-Safecreative N°0910050057797
*Imagen ilustrativa de la Web.
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